Remembranzas y soliloquios:Dickens

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Contemplando en cualquiera de nuestras esquinas la multitud de personas que se tratan de paliar un poco su triste situación económica limpiando vidrios, haciendo piruetas, vendiendo los más variados objetos o, simplemente, pidiendo limosna, me viene a la mente la figura de Charles Dickens, inigualable narrador del ambiente humilde correspondiente al inicio de la Revolución Industrial en Inglaterra y que, como nadie, supo fotografiar con literaria precisión toda una galería de individuos típicos de la sociedad de esos años.

Es la época de la primera industrialización inglesa, en la que surgen grandes núcleos fabriles con una población tan numerosa como miserable de trabajadores sometidos a una explotación que inspirará muchas de sus reflexiones a Marx y Engels, residentes por entonces en Inglaterra. En especial el trabajo infantil en minas y fábricas quedará como una de las páginas más dolorosas en la historia de la laboriosidad humana. Mientras, la burguesía aumenta su número y su prosperidad a expensas de extensas masas de trabajadores que serán la principal clientela de la nueva religiosidad de la época, el metodismo, y hallaran en Sam Weller del Pickwick dickensiano su gran héroe literario.

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Hace 200 años nace Dickens (1812-1870). De amarga infancia, labora primero como trabajador manual, se desenvuelve luego como periodista en tribunales y finalmente, como autor literario que describe con mano maestra las maneras, los gestos y, en general, la vida de la época. Casi toda su obra fue escrita por entregas semanales o mensuales y oscila entre la parodia de la novela inglesa pre-existente, itinerante y moralista, y un crudo y descamado realismo. Los papeles póstumos del Club Pickwick protagonizada por un hidalgo idealista y un criado (Weller) de genial caracterización, ha sido comprada con El Quijote o al menos considerada un paralelo del mismo. Pickwick es un tesoro inagotable de diversión, rico en tipos vivos e inolvidables y, en conjunto, un gran cuadro de costumbres.

Maestro en la creación de ambientes sombríos Dickens pasa de Olivert Twist y la desolación de su protagonista huérfano a un sentimental almacén de antigüedades, con su pequeña Nell desgarrando el corazón de los lectores. Cuentos navideños de inmensa ternura como Canción de Navidad o novelas como David Copperfield, plena de lirismo y elementos simbólicos.

Dickens a pesar de describir con maestría la cuestión obrera, sus huelgas y problemas, no entra en la «lucha de clases» y se limita a reivindicar a la gente humilde, al pueblo. Lentamente, con educación y tolerancia, sin rupturas ni desgarros sociales, las dos clases fueron entendiéndose. No por las ideas radicales de Marx y Engels sino más bien a pesar de ellas.

Hoy en día, la clase obrera tan sombríamente descrita por Dickens goza en Inglaterra y otros países similares de excelente situación. Es protegida y valorada en toda su importancia. Sin resentimientos ni odios, ni amenazas ni rupturas, se encaminó hacia el progreso.

No puedo evitar pensarlo mientras un adolescente hace malabarismos en un semáforo, otro me golpea la ventanilla tratando de venderme algo y una mujer con un niño en brazo me suplica una limosina con la mirada.

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