«Aprendí en Venezuela que no hay carencia personal que no pueda ser llenada con la entrega total de uno mismo a los demás» David France, Sistema Fellow, 2012
Una vez más tuve el privilegio de compartir con los músicos participantes en el Sistema Fellows Program del New England Conservatory of Music, NEC (hasta 2011 el programa se llamaba Abreu Fellows en honor al Maestro Abreu, quien con su humildad característica solicitó que se le cambiara el nombre por Sistema Fellows a partir de este año).
Los 10 becarios de este año pertenecen al tercer grupo que participa en este maravilloso programa cuyo fin es lograr en Estados Unidos lo que ha logrado aquí nuestro Sistema: el cambio social a través de la música. La página del NEC dice que en Venezuela está ocurriendo «la experiencia más transformadora en la educación musical en el mundo». Y las dos camadas de becarios egresados del programa ya están viendo resultados de su trabajo a todo lo largo y ancho de los Estados Unidos.
Al término de la cena de despedida que les ofrecieron Gonzalo Rodríguez y Daniela Bedoni de Rodríguez, cada uno de los jóvenes maestros resumió la experiencia vivida en centros y núcleos de nuestro Sistema.
Con Albert Oppenheimer, compositor, fue con quien más conversé. Su entusiasmo contagia. Es uno de los veteranos del NEC. «El lenguaje musical de la composición es como un sueño», dijo. «Y mi «familia» son quienes se apoderan de ese lenguaje. Todos podemos apoderarnos de ese lenguaje. Aquí viví cómo la música forma creadores. Me sentiría muy feliz si al final de mi vida me encontrara rodeado de esta clase de personas».
La hermosísima frase que encabeza este artículo es de David France, quien confesó que «en una pequeña calle de Coro se había encontrado a sí mismo».
Mis compañeros de mesa fueron Jennifer Kessler, Julie Davis, Alysia Lee y Avi Mehta. Jennifer ya había venido en 2007 y deseaba regresar: «El Sistema puede llevarnos a cualquier parte… En Venezuela hasta en los botaderos de basura hay música». Julie se lleva a su país la idea de que se puede ayudar a otros sin egoísmos y con humildad: «En los Estados Unidos estamos acostumbrados a que dependemos exclusivamente de los resultados; el Sistema me enseñó cuán importantes son los procesos. Ha sido un privilegio estar frente a los resultados. El proceso es el fin, no el medio».
Alyisia, quien supo del Sistema por un video de You Tube de nuestra Orquesta Simón Bolívar, es profesora de coros. «Los maestros venezolanos aman a sus pupilos. Dan lo mejor de sí para que esos niños a su vez den lo mejor. No conozco a mis alumnos y ya los quiero». Avi, por su parte, dijo que los maestros venezolanos son «madres». Quedó impresionado por Rafael, el director del centro que visitó en Coro.
Aisha Bowden se lleva la mística de Sergio Teijido, Director del Núcleo de Valle de la Pascua, Estado Guárico: «Él (Teijido) va a las barriadas más pobres a enseñar a los niños. Enseña en el Núcleo. Les da clases también a los adultos… Es fe: tiene esa fe y la transmite… Quiero poder llevarlo a cabo. Quiero formar líderes a través de la música».
Ben Fuller sintió «cómo sus emociones iban en aumento al darse cuenta del poder que venía de la reafirmación de cómo las cosas ocurren en el Sistema».
Stephanie Lin Hsu comentó que «cada vez encontraba algo diferente que resultaba muy inspirador». Como la fundadora del Núcleo de Las Panelas, Isandra Campos.
José Luis Hernández-Estrada se emocionó al decir que «el Sistema prospera mediante la generosidad… hace que la belleza ocurra». Se refirió al Maestro Abreu: «es coraje… construir esto requiere trabajo. Esto no es magia: es trabajo duro». Relató un ensayo de 6 horas al que asistió. Sin intermedios. «La vida puede cambiar si se hacen las cosas como en el Sistema, en equipo. Nuestras vidas han cambiado también».
Todos quedaron extasiados por la capacidad de trabajo, la búsqueda de la perfección, el compromiso, la belleza y la generosidad.
Así debería ser todo el país… Gracias, Sistema Fellows por recordarnos que sí es posible.
@cjaimesb