Cristo tomó el pan y alzándolo dijo: “Tomad y comed porque éste es mi cuerpo que será entregado por nosotros”, lo partió y lo entregó a los discípulos, quienes se encontraban con él compartiendo en lo que se ha denominado la Última Cena, la cual se recuerda el Jueves Santo.
En la capilla Sagrada Familia el sacerdote recordó en la homilía la importancia de este encuentro de Jesucristo con sus discípulos.
“Recordemos lo que es la cena del Señor. Dios le concedió la libertad al pueblo de Egipto, para que no sufriera más persecuciones, ahora Cristo hace una nueva alianza. Recordaban el paso del pueblo judío hacia la Tierra Prometida a través de esta cena”, dijo el sacerdote Alejando Maldonado.
-El verdadero Cordero de Dios es Jesús, él dio la vida por nosotros y en esa cena se ofrece. Desde ese momento se instaura la Eucaristía como sacramento. Allí radica la importancia y además en cada misa celebramos esa Última Cena. Es insólito, pero proclamamos la muerte que se transforma en vida y además en vida eterna, destacó.
Además de la instauración de la Eucaristía, también queda otro sacramento establecido, como el Orden Sacerdotal. Cristo es Sacerdote, Profeta y Rey. Desde ese momento sus discípulos también serán sacerdotes, los encargados de mantener viva la fe en los cristianos a través de la consagración de las hostias.
Cuando Cristo dice: “Haced esto en memoria mía”, les da el poder a estos hombres de fe de continuar con el legado que él nos dejó.
Mientras que en la parroquia Nuestra Señora de Altagracia, el padre capuchino Rafael Arroyo también evocó las palabras de Cristo en la Última Cena, “tomó un pan y dijo este es mi cuerpo que se entrega por ustedes. Este es el cáliz de la Nueva Alianza, la cual se sella con mi Sangre”
El pan y el vino eran, entonces, símbolo y alimento. Pero Jesús le dio otro significado, el cual se sigue viviendo con devoción y fe por los católicos.
El pan es el cuerpo de Cristo y el vino su sangre, derramada en la cruz por cada uno de nuestros pecados. Nos redime con este acto de amor y sacrificio.
Fotos: Ricardo Marapacuto