Gran parte de la ciudad de Yaritagua, renuncia anualmente a los placeres de carreteras y playas, para mantener una devoción centenaria, que ha hecho de la familia Carvallo una feliz monarquía, en contraposición a la actual pérdida de valores y recogimiento en nuestra sociedad durantela Semana Santa.
Todo lo antes dicho tiene que ver con la procesión del Sepulcro, iniciada en 1895 por el presbítero Antonio Luis Mendoza, poeta y fino escritor, director del periódico El Eco Católico. De eso se cumplen ahora 117 años y la devoción por la imagen sigue intacta.
¿Quién fue José de Arimatea? Un pontífice de Jerusalén, que gestionó y obtuvo de Poncio Pilatos autorización para bajar a Jesús dela Cruz, embalsamarlo y colocarlo en un sepulcro. Desde luego, Arimatea no formó parte del jurado que sentenció a muerte al Redentor y era en su medio persona influyente. Personajes de la historia de las mismas características abundan todavía en Venezuela y uno de ellos es Ottón Carvallo Barragán, un ex seminarista que entre 1953 y 1956 hizo estudios hasta primer año de filosofía en el seminario de Barquisimeto, pero por razones de salud ahorcó los hábitos. Incluso, su nombre figuró entre los candidatos a ser enviado a continuarlos en el Colegio Pío Latinoamericano de Roma. Así que los yaritagüeños tienen en él a quien valorar sin detenerse a analizar facetas personales, sociales o politicas.
Esos son, en breves palabras, algunos de los perfiles de alguien que en Yaritagua ha asumido importantes roles de líder y que ama en extremo a su terruño para encausarlo por los mejores caminos del progreso. Incluso, por temor al desplome de ese movimiento que gira en torno a una devoción que se ha hecho centenaria y ese toque de regionalismo que le acompaña, declinó ser viceministro de Educación, en el gobierno de Luis Herrera Campins, cuando ya su nombre estaba en lista.
La familia Carvallo
Es de señalar que el Santo Sepulcro -Santo Cuerpo lo denominan en Yaritagua-permanece todo el año en casa de la familia Carvallo, más por un apego tradicionalista que por otra cosa. El actual mayordomo de la cofradía, profesor Ottón Carvallo, nos explicó que se guarda allí la imagen porque el mesón de donde se saca la imagen sólo cabía en el portón de la vieja vivienda, denominada también «La casa de las aromas», en la vieja calle Bolívar o Comercio entre las calles Boyacá y Arismendi, actualmente carrera 7 entre calles 13 y 14. El inmueble ha sido declarado patrimonio cultural del municipio Peña, se constituyó en una donación de la familia Carvallo y no puede ser gravable.
Cambios en la ruta
Hasta 1958, la procesión tuvo la siguiente ruta: salida por la carrera 7 hasta la iglesia de Santa Lucía, a las11 a.m hasta llegar a la iglesia de Santa Lucía, traslado a la iglesia dela Concepción, bajando por calleLa Palma, hoy carrera 10, bajo el patrocinio dela Sociedad Amantesdel Santo Cuerpo, fundada en 1904 y retorno a su morada. Allí permanece el resto del año en custodia de la familia Carvallo, descendientes de las familias Otero-Escalona y Carvallo Otero. La ruta se modificó con la creación de la parroquia dela Concepción.
Comienzo de una tradición
Por iniciativa del padre Mendoza, en 1890, surge un movimiento católico orientado a la adquisición de una imagen que simbolizara el cuerpo inerte de Jesús, bajado de la cruz. Se constituye un comité de damas, cuya primera presidenta fue la señora Petra Meireles de Sosa, y su tesorera la señora Benigna Escalona de Otero. Según relato del profesor Carvallo, la primera tarea de este comité de damas fue solicitar contribuciones a la comunidad y así se hizo. Unos 106 hacendados se sumaron a la colecta , aportando monedas de oro. Con los recursos se negoció directamente en Roma con un escultor, en 1892. La imagen es desembarcada en 1893 enLa Guairay de allí llevada hastala Catedralde Caracas por seis meses, por recomendaciones del Arzobispado.
En 1894 la santa imagen llega a Yaritagua y, por encargo del padre Mendoza, se encomienda al señor Santiago Carvallo la búsqueda de un experto ebanista para colocarla en una especie de ataúd o urna de cristal y el mesón en el cual reposa actualmente. La elaboración del ataud es obra de un humilde artesano del pueblo, Ezequiel Parra, llamado también popularmente «El sordito» Ezequiel, cuyos honorarios fueron aportados por Santiago Carvallo. Dispuesto así todo, se realiza la procesión por primera vez el Viernes Santo de 1895.
Y así como millones de feligreses de todo el país como ríos humanos suplican favores y milagros ala Divina Pastora, especialmente cada 14 de enero y a Santa Lucía cada 13 de diciembre, centenares de creyentes en medio de un profundo respeto con las mismas intenciones acompañan al Santo Cuerpo de Yaritagua, desde su salida de la casa de los Carvallo hasta la iglesia de Santa Lucía. Hay un elemento adicional en todo esto y es que doce personas transportan el mesón. Son relevos generacionales como una práctica desde la primera salida de la imagen, en 1895.
Desde luego, estas manifestaciones implican la inversión de dinero. Los gastos de la procesión se cubren con aportes de los devotos y de la propia familia Carvallo-Gutiérrez, actuales depositarios de la imagen.
¡Al César! Una feliz monarquía de la familia Carvallo, apuntamos antes, sin conceptos rebuscados, mantiene una tradición provinciana. Santiago Carvallo fallece en abril de 1898 y su viuda, Filomena asume las riendas de la cofradía hasta 1954 cuando muere. La mayordomía recae luego en don Pablo Carvallo, quien al morir en 1976 la deja en manos de su hijo Ottón, quien ya tiene heredera en su hija, la profesora Otana Carvallo.
Homenaje musical
Entre los músicos figura el doctor Neri Carvallo, hijo homónimo del reconocido intelectual y sobrino de Ottón. Los músicos, trece en total, son: Román y Aaron Guevara Guédez (tubas); Antonio Gainza Garfides y Pedro Gutiérrez (saxofones), Edison Goyo y La Chicha González(trombones), Antonio Prieto y Andrés Castillo (trompetas), Jonathan Herrera (clarinete), Giovanni Alburjas (flauta), Manuel Martínez (redoblante), Miguel Vásquez (bombo) y doctor Nery Carvallo (trompeta).
Fotos: José Indave Meléndez/Archivo