Entre vítores y aplausos, el laureado cuatrista Henry Linárez presentó a los melómanos de la ciudad crepuscular su más reciente placa discográfica titulada Bendiciones. En el Gran Salón del Hotel Príncipe, el exponente de géneros propios de esta nación tricolor subió al escenario para ejecutar, en perfecta sinergia junto a otros instrumentistas, piezas legendarias del repertorio venezolano y otras propuestas inéditas, que se pasean por diversidad de estilos y ritmos originales, envolventes.
El concierto, que se convirtió en un encuentro íntimo y a la vez multitudinario, se tornó emotivo, la tertulia era entre amigos y un público unido por los sentimientos que evoca el lenguaje universal. Por más de una hora y media se extendió la cita, que contó con la presencia de destacados intérpretes, ejecutantes y folcloristas.
Sencillez en la escena
Con el carisma que lo caracteriza, Henry Linárez, en solitario, irrumpió en la tarima para dar vida a las notas de Cuán grande es él, con esta conmovedora composición, el versátil músico tomó su cuatro y tocó magistralmente las cuerdas del típico instrumento.
“Gracias, ahora me toca es tocar”, comentó el artista, que pieza tras pieza narraba además anécdotas de su niñez, de su carrera, de su crecimiento espiritual. Reflexivo, Linárez expresó que para esta presentación se dedicó a llevar las entradas a la mayoría de los invitados.
Como siempre, agradeció a Dios la oportunidad de brindar un concierto en su tierra natal e invitó al público a brindarle aplausos al Creador.
Después de esta intervención, el cuatrista invitó a otros exponentes del arte de los sonidos a subir al escenario, se trató del contrabajista marabino Elvis Martínez y el percusionista Yonathan “Morocho” Gavidia, juntos dijeron “vamos a hacer música y a gozar un puyero”. El momento además se hizo propicio para que Linárez expresara: “El cuatro es una excusa que Dios usó para demostrar que Venezuela está en un momento cumbre, donde los folcloristas realizamos un trabajo intenso para acabar con la violencia (…) La música es el arte que combina sus sonidos y el agua que refresca el espíritu”.
Conmovido, el autor reveló su gratitud al estar junto a sus familiares, especialmente la compañía de su abuela, quien por primera vez asistía a una velada de Linárez.
Bendiciones, un tributo a su padre
Linárez recordó que su más reciente proyecto discográfico, que consta de catorce temas, entre versiones y composiciones propias, es dedicado a su padre, el cuatrista lo invitó a la tarima, y con lágrimas, revivió las partituras del maestro Antonio Carrillo con su vals San Trifón. El ejecutante lo llevó al danzón y narró otra cautivadora historia, al rememorar que su progenitor hacía sonar esta pieza cuando él estaba en el vientre de su madre.
El majestuoso periplo musical prosiguió con la presentación oficial del disco Bendiciones, allí Linárez ejecutó las notas de Rosita, de la autoría de Don Pío Alvarado; Madrugadas larenses, de Virgilio Arrieta, y un tema inédito titulado El Enealeño, en tributo a su papá. El concierto continuó con el merengue La casita de la pradera y posteriormente subió al escenario David Araujo, integrante de Santoral, quien interpretó el bolero Cómo fue y realizó un elogiado solo de cuatro.
Nelson Omaña también formó parte de la destacada fila de ejecutantes que acompañó a Linárez en el encuentro, con sus maracas dio un toque espléndido al concierto.
Entre otras piezas, los virtuosos interpretaron Aguacero, Tambores de Patanemo, Tambores de la Vela de Coro, Lucerito y Viejo Roso.
Henry Linárez desplegó toda su magia sonora en la presentación, el concierto se paseó por la melancolía y la alegría, entre vals, danzones, merengues, joropos, jazz, blues, samba, boleros y onda nueva, el instrumentista demostró que el cuatro es un instrumento universal, tan versátil como extraordinario.
Fotos: Daniel Arrieta