Sin tregua – “PALABRAS PARA VENEZUELA” (II)

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El mito estatizador: según el “razonamiento” de la cúpula chavista, ser socialista es sinónimo de estatizar. El desiderátum de un gobierno revolucionario sería que el estado tome control de la banca, de las grandes industrias estratégicas, de las comunicaciones, de la agroindustria. Hacer lo contrario, es decir, no estatizar, impulsar la empresa privada, sería no solamente convertirse en traidor sino que quienes hagan eso son “neoliberales”, “derechistas”. De eso acusaron a Fernando Henrique Cardoso, Ricardo Lagos y Felipe González, ponentes de lujo del evento que bajo el título de esta crónica se realizó recientemente en Caracas.

Y entristece ver ese nivel de primitivismo y atraso político. Especialmente en algunos “intelectuales” del chavismo que tienen formación política y académica y que forzosamente saben – por mucho fanatismo ideológico que tengan – que es una manipulación muy burda.

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Pinochet, el dictador militar de extrema derecha, sería, según ese pobre “razonamiento”, un socialista de izquierda porque no revirtió la nacionalización de la industria del cobre, equivalente – aunque en menor medida – a nuestro petróleo, sino que la mantuvo estatizada durante los diecisiete años de su criminal y oprobioso régimen militar. Nunca se las devolvió a las transnacionales “del imperio”. ¿Entonces? El mito estatizador no cuadra.

Y, muerto el dictador Francisco Franco, falangista, fascista de extrema derecha, los gobiernos de Adolfo Suárez – centro derecha – y de Felipe González – izquierda democrática – se encontraron con un conglomerado de industrias pesadas y manufactureras, llenas de pérdidas, atraso tecnológico, improductivas, pero eran propiedad del gobierno. ¡Franco era estatista!. ¿El chavismo consideraría entonces a Franco un socialista de izquierda y a Felipe González un “derechista neoliberal” porque desmanteló aquello y emprendió una nueva industrialización basada en el progreso y el empleo productivo de calidad?.

De Gaulle, héroe de la segunda Guerra Mundial, pero también de derecha, un tanto autoritario, aunque democrático, nacionalizó la banca. Camaradas del PSUV: ¿Eso lo etiqueta como izquierdista?

El punto clave es lo que ocultan interesadamente los pocos chavistas que sí saben de economía política: Franco, De Gaulle y Pinochet mantuvieron bajo control de sus regímenes la economía porque eso les daba más poder a ellos. Tenían todas las instituciones en sus manos y el poder del ejército; todo el poder político, pero controlar la economía les daba un súper poder con el cual pusieron a la gente a sus pies.

Chávez tampoco es un socialista. Estatiza por los mismos motivos de sus colegas derechistas. Usa el socialismo para darse un barniz ideológico. Del “socialismo” sólo le interesa, como a Fidel, Mao o Stalin, el poder y el control de todo. Estatiza todo lo que puede para ahogar todo lo que no esté bajo su control. Igual que ha ido, progresivamente, liquidando la contratación colectiva de los trabajadores para ponerlos de rodillas. Que las “limosnas generosas” del comandante-paciente sean las únicas maneras de lograr una mejora. A eso se reduce su “socialismo”. Y claro a dar muchos discursos auto comparándose con Cristo, Bolívar y el Quijote.

Según el “razonamiento” primitivo de los que atacan a Cardoso, Felipe y Lagos, Lula sería un “neoliberal derechista”. No lo dicen por la conveniencia política de alianzas que tiene Chávez, pero, a diferencia de Pinochet, Franco y Chávez, el gobierno de ocho años de Lula no estatizó nada. Ni la banca, ni las siderúrgicas, ni la industria del hierro, ni las fincas o haciendas, ni la agroindustria, ni el cemento, ni las comunicaciones. Nada. Mantuvo a Petrobrás como se la dejó Cardoso: empresa estatal pero abierta al capital privado en la bolsa de valores para que tuviera que rendir cuentas y ningún presidente pudiera manejarla con “millarditos bajo el colchón”.

El mito, pues, de que poner todo bajo propiedad estatal es sinónimo de socialismo y patriotismo lo inventó Stalin para justificar su ambición de poder unipersonal absoluto. Y de allí lo heredó la izquierda atrasada y cavernícola que hoy ha revivido en nuestro país con Chávez.

Lo progresista y democrático, lo que eleva la calidad de vida del pueblo, permite superar la pobreza y dar ascenso social, es el desarrollo industrial y agrícola con productividad, el empleo bueno y de calidad. La inversión y el crecimiento a partir de la empresa privada con responsabilidad social. El Estado como garante de la equidad, de los derechos laborales, de los programas sociales para ayudar a superarse a los que menos tienen. La educación de calidad para competir. El acceso a la salud y a la vivienda. Eso, en líneas gruesas, no sin estar exentos de críticas y errores, y de acuerdo a las circunstancias particulares de los países, fue lo que hicieron los gobiernos de Lagos, Felipe, Cardoso y Lula. Nadie ha visto a un brasileño, un chileno o un español huir en balsa, ni en avión, hacia la Cuba de los Castro. Los chilenos que se exilaban cuando la dictadura de Pinochet no tomaban rumbo a Cuba sino a Venezuela, México, Francia o Inglaterra, incluyendo a los militantes comunistas. Pero, no hay peor ciego que el que no quiere ver.

En el evento “Palabras para Venezuela” organizado por Banesco estuvo Felipe González, quien fuera presidente del gobierno español entre 1982 y 1996. De su exitosa obra de gobierno y su conferencia comentaremos el próximo sábado.

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