99 años del Colegio La Salle en Barquisimeto

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La sociedades dependen especialmente de la grandeza de su pasado para que, a partir del construir nuestro mañana.

Hace cien años llegaron a Barquisimeto los hermanos de las Escuelas Cristianas conocidos también popularmente como los Hermanos de la Salle, fundaron un colegio, del cual soy su fruto, parte de mi vida pues por una parte fui su alumno en la ciudad de Caracas, egresado en el año 1963 en el área de Humanidades para luego tener el honor de ser un docente por más de diez años en la materia de psicología, en esta ciudad parroquianamente crepuscular, sintiendo pena ante la desinformación que mis paisanos han tenido sobre la importante llegada a esta ciudad de estos maravillosos docentes para darnos sus conocimientos en forma pedagógica gracias a este ese histórico Colegio.

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Su fundamento fue ideológico ante una llamado para lograr cambios de fondo estructurales de las clases sociales de esa época, dirigida por un peculiar señor, con toda la amplitud que ese título implicaba en el señor de La Salle, francés de nacimiento, universal por sus efectos. Se trata de San Juan Bautista de la Salle, quien tuvo la idea de crear escuelas para que los hijos de los artesanos y burgueses, en un salto cualitativo, aprendieran gratuitamente a leer y escribir como el manejo de la aritmética, recibiendo además una educación cristiana, donde aquellos maestros quienes no eran sacerdotes, sino hombre solteros con fe, quienes se llamaban entre sí “hermanos” y no “padres”, entre los cuales son ejemplo vivientes en esta ciudad, entre muchos el hermano Miguel Laforga y el hermano Esteban Basilio.
Pues bien fue para el año 1912 la data a partir de la cual se fundan la mayor parte de los Colegio La Salle en Venezuela, ante una época donde había una enfrentamiento de la iglesia Católica en Europa una serie de limitaciones producto ante una serie de leyes de secularización que dictaban los estados de entonces, lo que los llevó justamente a saltar los mares, vencer los obstáculos y traer a América esas ideas maravillosas, naciendo gracias a ellos la familia lasallista, que se enorgullece hoy de su hermosa sede proyectada, diseñada y construida por el inolvidable Hermano Juan, quien era a la vez profesor e ingeniero, como fue el proyector del primer puente sobre el Rio Turbio en Santa Rosa.
Fue en el año 1913 cuando se instala en Barquisimeto esta institución concebida originariamente como un colegio exclusivamente para varones, ciudadanos que hoy han dado su ejemplo a quienes les dedicaré en su momento, pues han sido varias las generaciones que nos han unido, especialmente con aquellos docentes quienes nos enseñaron su profundo amor a Venezuela, sembraron las bases para que nosotros, los lasallistas, seamos todos amantes de los valores más importantes de la sociedad, tales como el respeto, la tolerancia y el dialogo como herramienta intelectual, ante la palabra como señal de honor, siendo todos ejemplo vivos para una mejor democracia, signando el futuro de las generaciones de hoy.
Gracias a lo que somos es que la tenacidad y perseverancia pasan también a ser virtudes importantes para nuestra formación ante el ejemplo también imborrable del Hermano Nectario María, gracias a quien tenemos un museo de primera donde la paleontología, la arqueología y las ciencias conviven en perfecta armonía, con las más finas piezas funerarias de las primeras culturas existentes en territorio venezolano, conjuntamente con el megaterio (perezoso terrestre que habitaba estas tierras desde comienzos del plioceno hasta finales del pleistoceno y se alimentaba de plantas y de pequeños mamíferos), colmillos de mastodonte, muelas de animales antediluvianos, fósiles marinos, una gran variedad de animales disecados, acompañados por el meteorito que cayó en Duaca que se adjunto a todos los minerales recaudados que en conjunto constituyen parte de nuestro patrimonio.
Aunado a este maravilloso museo, construido con el aporte de todos, la parte humana se enriqueció con la mejor banda marcial, que en su actividad musical fue parte de nuestra identidad local para competir sanamente con las de otras instituciones, estimulando a los otros con el ejemplo de la famosa, inolvidable e irremplazable Banda del Colegio La Salle, la cual debiera ser hoy un icono de esta ciudad, que unía a las familias, con la participación de todas las bandas, siguiendo incluso la procesión de la Divina Pastora que cada 14 de enero nos unió sin importar el tiempo ni las dificultades; recordando sus ensayos, acompañados por la familia , como lo hizo mi mamá Nora Álvarez de Raad (q.e.p.d.) quien además siempre iba adelante aupando no solo a sus hijos sino amigos, para mantener así la disciplina y afectos necesarios, que en conjunto la familia larense disfrutaba, pues esta banda representaba no solo los valores, sino la ciudadanía participativa, con un llamado a todos los jóvenes de buscar objetivos concretos, abandonando el ocio y así desarrollar los valores espirituales que nos son eternos.

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