Inseguridad es palabra común en el léxico venezolano. ¡Hoy en día todos la usamos!
Se ha convertido en el tema perfecto para romper el hielo con un grupo de personas, o para charlar en las largas colas de los bancos.
Si hacemos un concurso para ver cuál es la palabra que más aparece en los periódicos, cuidado si gana inseguridad, porque ahora todo está envuelto en esa maraña: investigaciones sobre inseguridad, estadísticas, encuestas, morgues, discursos políticos de inseguridad, inseguridad en el agua que tomamos, hasta existen términos globalizados como la inseguridad cibernética.
Hace unos meses se vieron una serie de violaciones en las cuentas de las redes sociales de ciertos personajes públicos y hasta programa salieron dando tips de como debías crear tu clave más rebuscada para que no te hackearon, que no incluya ningún vínculo sentimental ni sanguíneo, y luego otro programa para aprender a que no se te olvide la misma.
Hay gente, como mi prima Martha, que vive preparada, tiene en su cartera y sostén sal pimienta “por si acaso”, y no abre el vidrio ni que tenga el aire acondicionada averiado, es toda una estratega saliendo a deshoras para despistar a lo malandros, negocia con los antisociales para que solo la roben a medias…
Y yo me pregunto ¿hay que llegar a tanto en este país?, ¿hay que tener una estrategia casi que de supervivencia para caminar por las calles de mi país?; no será una paranoia alocada la de esta gente, no será la dictadura comunicacional, o simplemente una sensación de inseguridad, “porque como a mí nunca me han robado”.
Pero como dicen: A cada cochino le llega su sábado y el mío en definitiva llego, iba caminando de lo más relajado a ejercitarme cerca de mi casa, cuando de la nada llega un chamito en su moto a robarme el celular, (y aquí comienzo a comprender todo este rollo).En cuestión de segundos pensé en mi prima Martha, y comencé a negociar “chamo llévate mi bolso pero déjame el celular”, “voy a trotar no tengo nada”; al final gracias a Dios los difíciles minutos se desvanecieron cuando el antisocial corrió al notar que venía mucha gente y no logro quitarme nada (Creo que me toco un malandro nuevo). Luego vino la paranoia y los consejos familiares “Hijo salga a deshoras”, entregue todo”.
No me robaron nada material, pero si me dejaron la peor sensación, la sensación de que cualquiera cambia el orden de tu vida, la impotencia de que quitan lo que es tuyo. Pero lo positivo es que aprendí que no vivimos en una burbuja, por muy bien que estemos, si mi país está mal entonces nosotros estamos mal. El cambio de este país no es solo por tu beneficio propio es por cada uno de los que te rodean.
Inseguridad o sensación
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