No Hay Polarización

Cualquier observador que le tome el pulso a la situación política nacional puede percibir que en los últimos meses ha surgido un nuevo cuadro electoral en el país. La dificultad está en su interpretación y aceptación. Hay analistas, como Humberto Amado, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad Rafael Urdaneta, que circunscriben sus consideraciones a resaltar las dificultades que tendrá el presidente para hacer campaña: “bajo mucha reserva, el Presidente podrá llevar su campaña electoral de una manera intensa, como nos traía acostumbrados en comicios anteriores. Es más previsible que siga usando personas interpuestas”. De la misma manera, Luis Vicente León, director de Datanálisis, limita sus opiniones al mismo aspecto: “Chávez tendrá una campaña contundente, aunque virtual”.
Sin embargo, la modificación del cuadro electoral que ha tenido lugar no se restringe al ámbito de las dificultades de Chávez para hacer campaña a causa de su enfermedad. Ha habido un cambio más profundo que muchos analistas no quieren ver ni admitir. ¿Qué ha ocurrido? ¿Qué es lo nuevo? ¿Cuál es la característica específica de este arranque del proceso electoral? Que los acontecimientos, entre ellos la propia enfermedad  del presidente, han colocado la candidatura de Chávez por encima, en un lote diferente, en el que todavía no corre el candidato seleccionado por la oposición el 12 de febrero. No hay una polarización electoral, entre candidatos, a pesar de la polarización política que existe en el país.
Al contrario, en un cuadro diferente, en el que los postulados del oficialismo fuesen Diosdado Cabello, Elías Jaua o Nicolás Maduro, la competencia sería cerrada, seguramente con ventaja para el candidato opositor. Hace un año apenas no existían estas figuras como parte del debate nacional con el rango y la importancia que tienen hoy. Es un elenco nuevo, que ha hecho campaña y movilizaciones durante el último mes sin la presencia de Chávez. Un dato de la realidad que no puede ser ignorado. La percepción es que Capriles Radonski pertenece a ese lote, en el cual se visibilizan sus ventajas y potencialidades. Y la situación no sería distinta ni mejor si el seleccionado hubiese sido Pablo Pérez o un curtidito dirigente político como Eduardo Fernández, Oswaldo Álvarez Paz o Henrique Salas Römer.
Tal vez esto explica por qué sectores de la oposición tienen la mirada puesta en un horizonte más allá del 7 de octubre y apuestan a una nueva elección, dependiendo de la salud del presidente, en la que habría que escoger otro nombre, “el verdadero”.
Ahora bien, los cuadros electorales no son rígidos ni inamovibles. Un inicio de campaña puede ser muy distinto a su fin. Todo depende de las estrategias. Pero lo que sí es indispensable es que se acepten los hechos tal como son. ¿Logrará la oposición subir de lote a Capriles? ¿Lo convertirá en retador? ¿O permanecerá hasta octubre en las “ligas menores”?