“Estaban el Papa, Chávez y Fidel en una isla…” Parece el comienzo de un chiste clásico, pero se trata de una realidad producto de un episodio histórico que se ha dado en Cuba, que bien merece ser analizado. Escribo este artículo horas después de la llegada del Papa a la ciudad de La Habana, y hasta ahora no hay ningún indicio de un encuentro oficial entre el Sumo Pontífice y Hugo Chávez. Al contrario, en cadena nacional el presidente venezolano acaba de decir que se trató de una coincidencia y que no interferirá en lo absoluto en la agenda papal que se desarrolla en la Isla. Por cierto tampoco está en la agenda de Benedicto XVI ningún encuentro con Fidel Castro, ya que solamente se ha anunciado una reunión oficial con Raúl en la sede del gobierno cubano.
No sabemos que pasará realmente en las próximas horas, pero ya hay suficientes hechos para sacar algunas conclusiones importantes. Si Chávez solicitó o no una audiencia con el Papa en Cuba quedará en el misterio, lo que sí podemos decir es que tardó mucho en desmentirlo. En cualquier caso no vamos a criticar que un paciente de una enfermedad terminal busque refugio espiritual y gestione un encuentro personal con la máxima autoridad de la Iglesia Católica, más allá de las formas diplomáticas que hubieran dejado a Chávez como un “arrocero” en una fiesta ajena. Pero lo cierto es que el encuentro no se produjo y por el contrario, Chávez aprovechó la “coincidencia” para contrarrestar el mensaje de renovación, libertad y cambio que ha llevado el Papa a la población cubana que tiene medio siglo padeciendo una dictadura.
Durante la cadena del martes, realizada apenas horas después de la llegada del Papa a La Habana, Chávez se dedicó a enaltecer el sistema socialista en franca alusión a las opiniones emitidas por el Papa sobre el régimen cubano, en las que abogó por una renovación y apertura política en La Isla. Igualmente no pudo dejar de atacar a la Iglesia Católica, haciéndole al Papa un llamado para que profundice su labor en función de Cristo. Recordemos que hace poco Chávez dijo que él merecía vivir porque estaba continuando la misión de Cristo en la tierra. Entonces, ¿A qué fue Chávez a Cuba? ¿A confrontar con el Papa? ¿A tratar de quitarle tribuna? ¿A contrarrestar el mensaje de cambio y esperanza que sin duda alude a Venezuela? ¿A competirle la autoridad moral y religiosa al Papa en materia de cristianismo? El hecho cierto es que Chávez viajó sin avisar a Cuba con la excusa de su enfermedad, pero apenas llegó el Papa a La Habana, encadenó los medios venezolanos desde esa misma ciudad para dirigirse al Sumo Pontífice y criticar la labor de la Iglesia. Tamaña injerencia e impertinencia no tiene “ni pies ni cabeza” desde el punto de vista diplomático y solo se explica con el escenario de la “venganza” al no poder cumplir su capricho de ser recibido por Benedicto XVI.
Ahora bien, esta visita papal a Cuba nos debe servir de ventana al futuro en el escenario del continuismo en nuestro país. De seguir como estamos, la Cuba de hoy es la Venezuela del mañana. Hoy Benedicto lleva un mensaje de esperanza a los cubanos, pero también de advertencia a los venezolanos. En este sentido las palabras de su santo antecesor no pueden ser más elocuentes: “Venezuela, despierta y reacciona es el momento”. Nos puede sorprender muy pronto el día en que no se pueda gritar “abajo el comunismo” en un acto público. Ya Cuba va de salida, y en medio siglo el resultado es nefasto, tanto en materia económica como en libertados públicas. No dejemos que este falso profeta siga usurpando la autoridad de nuestra iglesia católica, creyéndose Cristo. Ya tenemos demasiada evidencia ante nuestros ojos como para procurar un cambio de rumbo que aborte la dictadura castrocomunista que está a punto de consolidarse en Venezuela, a menos que lo impidamos con el voto el 7 de octubre. Amén.
Caso cerrado, el dictamen final lo tiene usted.
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