Suenan las doce ¡Alegre movimiento¡
responde a las sonoras vibraciones
y músicas y gritos y canciones
lleva en su ondas presuroso el viento.
¡Un año terminó! Surge el momento
que arrastra los ignotos eslabones
de otro año, que preñado de ilusiones
contempla en su delirio el pensamiento.
Y mientras tanto, el tiempo inexorable,
las horas de su reino desprendidas,
arroja en el abismo inescrutable
donde van, las edades, confundidas,
y en su carrera sigue infatigable
sembrando cunas y segando vidas.
Vicente Riva Palacios
Al Año Nuevo de 1917
I
Año Nuevo, Año Nuevo, cuando asomas
hay un advenimiento de alegría,
bajo el cielo del trópico hay aromas
de rara intensidad, luz y armonía.
Sobre el cuello turquí de las palomas,
tiembla deslumbradora pedrería
y rojos besos las maduras pomas
son gloria y miel bajo la fronda umbría.
Oh Genio, pasas despertando arrullos,
trovas y cantos y abres los capullos,
sueltas las mariposas en el viento.
Pero al tocar las frentes veleidoso
en muchos rizos dejas misterioso
el primer hilo de color argento.
II
Ya te acercas rosados resplandores
anunciando tu alborada lisonjera,
contigo viene la ilusión viajera
de veste azul y labios tentadores.
El hombre que agoniza entre dolores
siempre soñando tu llegada espera
¡como si fuese rubia prisionera
que trajese un oráculo de aromas!
Año Nuevo, tu faz es la de un niño,
mas ya en tus sienes se cuajó el armiño
de ignota edad, tan frágil y tan fuerte.
¡En ti se simbolizan los arcanos,
y argentinas resuenan en tus manos
las llaves de la Vida y de la Muerte!
III
Cambiando en la edad las emociones,
en el viejo rosal dejas espina
y festones de rosas purpurinas
la fértil fronda llena de canciones.
¡Escucha , Oh Genio! Al prodigar tus dones
de dolor y bellezas peregrinas,
si llegar a pasar entre las ruinas
muertas encontrarás mis ambiciones
Más allí escondo, en mí jardín, tesoro
de hondos afectos, que en el alma llevo
y son más dulces que el placer y el oro.
¡Así tan sólo a demandar me atrevo
que de las flores del vergel que adoro
ni un pétalo arrebates, Año Nuevo! A Gómez Jaime
A Blanca de Santa Fe, en Año Nuevo de siempre
(Soneto memorizado, si bien recuérdaselo
de Marco Aurelio Rojas)
«¡Feliz Año!», me dices, y tu mano
tiendes a mí, benévola y sonriente;
tu mano, misteriosa confidente
de los jardines cándidos y el piano.
Por tu bondad y tu fervor cristiano
halló consuelo el corazón doliente,
para todas las penas del presente
y las incertidumbres de lo arcano.
Blanca de Santa Fe, joven cristiana,
más bella que la luz de la mañana,
fue en el alcázar de Yusuf mi guía.
Cuando a cruzar volvimos la alameda,
por entre la romántica arboleda
la luna en el silencio sonreía…