Aunque no precisamente por el mal estado del agua de chorro, cosa que es evidente para cualquier venezolano racional, la discusión del tema del agua en nuestro país está causando dolor de estómago. Esta reacción viene por la falta de escrúpulos y cinismo con la cual personajes como el Ministro de Ambiente, Alejandro Hitcher, declaran irresponsablemente y sin vergüenza sobre el estado del agua en general en nuestro país.
Este ilustre ministro fue entrevistado en el programa Contragolpe de VTV el día jueves, y ahí dijo lo siguiente: “Si usted hermetiza el tanque de su casa, de su edificio (…) a la tapa del tanque le pone goma y lo deja hermetizado, si al respiradero usted le pone un filtro (…) de tal forma que allí no puedan entrar ni roedores ni insectos que contaminen el agua, usted puede tomar el agua de chorro. Yo en mi casa tomo el agua de chorro. Lo juro por mi santísima madre.”
¿A usted estimado lector se le ocurriría darle agua de chorro a sus hijos? ¿Sin hervirla?
La credibilidad de los voceros del gobierno rojo es ínfima, por no decir inexistente. No hay que ir muy lejos para recordar cuando Diosdado Cabello y Andrés Izarra le aseguraron al país que el presidente venezolano estaba en perfectas condiciones y sólo horas después fueron desmentidos por el mismo presidente al confirmar su cáncer. Esta falta de confianza se vuelve a repetir pero ahora con el ministro del ambiente. Hitcher cree que jurando en televisión nacional va a cambiar la percepción de su nefasta gestión pero lo cierto es que se ha puesto la soga en el cuello. De hoy en adelante si cualquier venezolano se enferma por consumir agua directa del chorro será responsabilidad entera de este ilustre ministro.
Esta situación se agrava cuando la Fiscal General de la República anunció esta semana que los medios de comunicación no podían divulgar información del agua sin tener “un soporte técnico” ya que de lo contrario se iba a considerar que contribuían con la campaña de terror. Ahora bien, esta medida atenta claramente contra la libertad de expresión y es una muestra evidente de censura, pero lo preocupante es que pretende solucionar un grave problema imponiendo silencio.
El problema del agua ahora es que empieza a consolidarse en la opinión pública. El silencio, obligado o no, no solucionará el problema de los venezolanos. Por eso vuelvo y repito lo que escribí hace par de semanas: este temas les pasará factura a los rojos…
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