“Sin acción no hay sueños realizados ni cumbre que se alcance; sin voluntad no hay fuerza que salve de la tiranía, menos que lleve a la victoria” (Amanda)
Quien no lee no aprende, ni analiza, ni se entera de lo que pasa a su alrededor. Leer es el encanto de volver a aprender, de informarse, de meterse en el paisaje y confirmar su belleza, de saber dónde estamos parados, de entender las cosas de la ciencia, de la vida, de la calle y sucesos del país. -Un libro abierto es un cerebro que habla y recuerda- (proverbio hindú). Hay tanto que aprender que vale la pena de vez en cuando darse una vueltica por los libros y repasar lo que en algún momento no recordamos bien o se traspapeló entre los trebejos que guarda la memoria.
La voluntad es el mejor motor con que contamos. Motor que no se debe dejar en manos de los que intentan anularnos y robarnos el encanto y derecho que tenemos de elegir libremente el camino a seguir. La voluntad no constituye una excepción a la ley, por el contrario la confirma. Esta ley universal revela que todas las manifestaciones desde la más rudimentaria hasta la más compleja y sublime, tienen como raíz los reflejos, el estímulo, las ganas, la confianza. Es la reacción del yo; gracias a esta el hombre conquista diariamente su libertad. Dice Goethe “Como gran benefactora del ser humano, empieza por obedecer a los reflejos primitivos y a los estímulos del instinto que llevan a elegir”. Es la reacción individual que constituye lo más íntimo y sintético de nosotros mismos, (casualidad, según motivos llama Schopenhauer a la voluntad). Entre más eficaz sea la iniciativa voluntaria, más se va ampliando la esfera de las experiencias que en nuestras idas y venidas se va fortaleciendo y recogiendo mayor número de excitantes y estímulos. Esto revela mayor suma de libertad en las decisiones- Toda decisión necesita de la voluntad que lleva a un fin- En el querer la audacia e iniciativa son eficaces, en el poder la madurez y la templanza son obligadas. En el primero radica la libertad en el segundo la voluntad.
De nada vale la fuerza si no hay voluntad. “Dame una palanca y moveré el mundo” es la grandiosa frase emitida por Arquímedes que muestra lo indispensable que es la voluntad como el punto de apoyo que se necesita para actuar. La potencia es la fuerza que ejercemos, la resistencia la que transmitimos. A más potencia más resistencia (son dos fuerzas de acuerdo a la Física que van conectadas) Fuerzas que son ignoradas por el rígido intolerante que se recluye en sí mismo, que no suena más que con una cuerda, es el que no responde, el que no sirve y que solo puede existir dentro del pequeño imperio humano que la ambición le ha llevado a crearse para sí solito.
El pensamiento guiado por la voluntad no puede desviarse de la realidad práctica, cuyos caminos son abiertos y extensos; si se desvía se corre el riesgo de vivir encerrado, rodeado de las murallas que lo asfixiarán en el abismo de su propio ensimismamiento, girando, siempre girando sobre la misma noria. Solo el equilibrio de la energía racional evita los extremos viciosos.
La voluntad forma parte de los hábitos adquiridos desde la infancia, nos lleva a donde queramos, gobierna nuestros actos, decide con autonomía. En libertad la voluntad es nuestra ley, en tiranía se convierte en la ley del que manda. Es preferible que falte la fuerza a que falte la voluntad.
Esta voluntad mía… (Amanda 03-22/12)
La tengo presente en el respiro,
En la arcilla de mis ancestros,
En el cofre de mis esquelas,
En mis esperas detenidas…
La tengo presente en el aliento,
En mis refugios encantados,
En los guaduales del camino,
En el éxtasis de mis sueños…
La tengo presente en mis rezos,
En las razones del cerebro,
En la diana de mi pecho,
En la fuerza de mi aliento…
Podrán quitarnos todo, menos la voluntad de hallar el camino que un día perdimos en aras del capricho que nos dejó abandonados a la suerte, nos robó los sueños y nos cerró el camino de la tranquilidad.
