Hablemos del agua. En estos días, los venezolanos hemos recibido noticias alarmantes relativas a eventos de contaminación de aguas o a la calidad de agua en el Centro, en Oriente, en Occidente y Caracas. Y relativas al manejo del agua y sus efectos en la vida por desbordamientos, inundaciones en el Lago de Valencia y en el Sur de Petare, en el área Metropolitana.
No es verdad que Venezuela haya cumplido las Metas del Milenio de las Naciones Unidas, como anuncia el gobierno. Como población servida solo puede considerarse la que tiene asegurada un suministro continuo y apropiado en cantidad y calidad. En el país, el porcentaje de población que cumple con estas condiciones se ha reducido en lugar de aumentar. Los servicios de agua potable y saneamiento son cada vez más deficientes en su administración.
Especialmente grave es la cuestión de la calidad de agua, por su incidencia sobre la salud de la población. Estos últimos días hemos presenciado los desastres ecológicos del río Guarapiche, que han afectado a la población de Maturín y en el Tascabañas en Anzoátegui, por un derrame petrolero; de la cuenca del Lago de Valencia, por la desafortunada decisión del gobierno en el 2007 de transvasar un gran volumen de aguas servidas, no adecuadamente tratadas, hasta las vertientes del embalse Pao-Cachinche, una de las principales fuentes del Acueducto Regional del Centro. El agua que se le esta suministrando a Valencia no es potable. Como el gobierno se niega aceptar esta realidad, lo invitamos a que se designe una comisión científica independiente para que tome las muestras necesarias, las analice y haga del conocimiento público los resultados.
Está en riesgo también la salud de los caraqueños que se abastecen de agua del embalse de Camatagua, que esta recibiendo actualmente, descargas de la planta de tratamiento de aguas cloacales de Taguaiguai en el estado Aragua. Tenemos conocimiento que los niveles de contaminación de las aguas de Camatagua son ya preocupantes.
Se ha agravado la contaminación del Lago de Maracaibo por los constantes derrames que causa la industria petrolera cada vez peor manejada y mantenida. Tuvimos, en estos días, derrames que afectan a comunidades agrícolas del Sur del Lago. Es irónico que Pdvsa asista técnicamente a Cuba para atender las consecuencias en sus costas del derrame petrolero en el Golfo de México, mientras aquí se debilitan sus previsiones, baja la calidad de su gestión ambiental y ni siquiera son confiables sus informes al respecto.
El país dispone de un poco más de ochenta embalses, muchos de los cuales constituyen la fuente de alimentación de los sistemas de acueductos. ¿Cuántas obras de esta naturaleza ha construido este gobierno en trece años?
La respuesta es corta, y triste. Concluyeron los embalses de Caruachi (Caroní) para hidroelectricidad y Diluvio (Zulia) para riego y consumo en Maracaibo, iniciados en gobiernos anteriores. Les tomó cinco años reconstruir el embalse del río Guapo (Miranda), parcialmente destruido en 1999. Y solo han iniciado y apenas construido las fundaciones del embalse de Cuira en Miranda. Por insuficiencia de las fuentes de agua muchas poblaciones del país tienen que sufrir racionamiento actualmente.
En 2001, la Asamblea aprobó una moderna Ley Orgánica para la prestación de los servicios de agua potable y saneamiento, que de haberse instrumentado hubiese asegurado servicios de mejor calidad. ¿Por qué esta Ley ha sido engavetada y no se le da cumplimiento? También ha sido engavetada la Ley de Agua del 2007, que sienta las bases para una planificación y aprovechamiento sustentable de los recursos hídricos.
Este gobierno tampoco pudo con el agua. Pero democráticamente hay solución. La Unidad tiene las ideas, los proyectos, los equipos capaces y la voluntad de acometer responsablemente esta realidad.
