Valga el socorrido adagio: más vale tarde que nunca, lo que no exime de responsabilidad al Señor Presidente de la Republica, ni a la Cancillería Nacional, por la negligencia y acopio de desinterés, mantenidos en torno al prolongado diferendo de la zona del Esequibo, que Venezuela entablo con el imperio Británico y por efecto de nacionalización, fue transferido, con sus mismos derechos y obligaciones a la Republica de Guyana. Con una duración de casi dos siglos, data desde la época gloriosa de la Independencia, cuando el ínclito General Manuel Piar, desempeñaba la Gobernación de Angostura y todavía ese litigio no muestra perspectivas de inmediata solución.
El Gran Canciller Pedro Gual, ilustre Presidente del Congreso Anfictiónico de Panamá y bajo gestión del Libertador Presidente se emprendió esta primera reclamación, en defensa de la integridad territorial. Bajo la Presidencia de Carlos Soublette y desde esa venturosa ocasión hasta la fecha, todos los Jefes de Estado han conocido de tan histórico asunto. Soublette, en forma designó la primera comisión, para la defensa de tan histórico caso, ligado a nuestro más entrañable patriotismo y nuestra inalienable soberanía. Ese equipo de hombres eminentes y brillantes, integrado por el inteligente y hábil diplomático Doctor Alejo Fortique, Ministro Plenipotenciario y Jefe de Misión, tenía como Secretario a un pensador de la talla de Fermín Toro, asesor de historia, Rafael María Baralt: asesor de Geografía, Agustín Codazzi y de mapas, dibujo y planimetría, el laureado pintor Carmelo Fernández. Ciertamente fue la más docta y brillante misión científica y cultural que Venezuela despachó al viejo mundo.
Como era de esperanza por la inteligencia y probada habilidad del Doctor Fortique, en breve lapso pactó satisfactorio y honorable acuerdo con el Canciller Británico, en un aceptable arreglo, donde Venezuela perdería unos 4.000 kilómetros de superficie, de poca incidencia si tomamos en cuenta que el diferendo actual, reclama la pérdida de 159.500 kilómetros. Un sedicente Consejo de Estado y ataduras de viejo encono y de atávica envidia, frustraron tan válido y conveniente arreglo.
Quedamos con el desconsuelo de sacrificar esta optima oportunidad, que para desdicha de la Patria, siguió la misma suerte del Tratado Pombo Michelena, que nos daba la mitad de la Goajira y ni un adarme de costas a Colombia en el Golfo de Venezuela y que no engendraría en el futuro ningún tipo de diferendo por áreas marinas y submarinas.
Después de tantas reflexiones, sugerencias y críticas, la Cancillería, mediante razonado escrito, como reseña la prensa, se ha dirigido al departamento específico de la ONU, para refutar a la infundada petición de Guyana, donde solicita ampliar su perímetro de la Plataforma Atlántica, con inaceptable desconocimiento de los derechos en la zona del Esequibo y mayor aún, desconociendo nuestra condición de país ribereño y que la ampliación que deslealmente invoca, forma parte del territorio en disputa. Mayor insensatez y desproporción no podían concebirse como en la ventajosa e írrita posición guyanesa.
Venezuela, fiel a lo que ha sido su tradicional posición internacional, acaba de enviar al excelentísimo Señor Ban Kimoon, Secretario General de las Naciones unidas, a través del ente calificado, formal rechazo al petitorio de la Cancillería de Georgetown, por no ajustarse a la verdad de los hechos, porque desconoce enfáticamente que existe la reclamación del Esequibo y el Convenio de Ginebra de 1.966, que rigen el diferendo en vías de solución bilateral.
También, había trascendido por la prensa, según comentarios al respecto, el desgano del Presidente Chávez en las incidencias de este diferendo, ratificado según se dijo por declaraciones suyas, que tal vez, al desconocer la absoluta verdad de la justicia, que en ella nos asiste y compromete y la gloriosa historia que tanto la dignifica por la gestión pionera de nuestros libertadores, consideraba el Jefe de Estado, que el diferendo, obedecía más a influencias del imperialismo, que a su peso irrefutable que le imprimían una validez insuperable por la justicia y la historia, que le dan razón y fundamento irrevocables.
Sean cuales fueren los juicios que se esgrimen en la opinión pública, el trámite oficial del gobierno bolivariano, puede servir, inteligentemente concebido, a la luz de la historia y del derecho, para despejar el habilidoso ardid guyanes, donde solicita la amplitud de los límites de la plataforma continental. De tal manera que por la diafanidad de los alegatos aducidos, esta disidencia concluya en logros satisfactorios, como el establecimiento de bases y consideraciones válidas, de contenido y consonancia bilateral, que orientadas por las pautas del Convenio de Ginebra, febrero de 1.966, aporten un aceptable desiderátum jurídico, que ponga fin al diferendum de manera satisfactoria, honorífica y decisiva.
En este asunto, prolongar el silencio y dar largas a la indiferencia y el desinterés observado hasta ahora por el gobierno nacional, es muy desfavorable a los derechos y posibilidades que nos brindan la justicia y la historia, protección solidaria. Que aumenta aún, cuando conciliamos que el taimado régimen guyanés, podría muy bien, accionar, a su favor, en estrados internacionales, el principio de la Aquiescencia que consagra el Derecho de Gentes y los emblemas éticos de la Ley de Estoppel, que Guyana muy bien podría llevarla a la buena pro, con resultados que no se discuten.
El pueblo venezolano responsabiliza de la suerte de este diferendo, de eso no tengo un jerónimo de duda, al señor Presidente Chávez, al Canciller (en disponibilidad) Nicolás Maduro y al dictador de Venecuba Fidel Castro, por ser quien como padrino del doctor Norman Girvan, lo recomendó Buen Oficiante de la ONU, por Venezuela, ante el Diferendo del Esequibo. Que actúen con la inspiración patriótica y el desvelo nacionalista del Doctor Alejo Fortique, quien siempre tuvo profunda convicción que por el socialismo moribundo y dinástico, no pueden mancillarse los sagrados principios del patriotismo y de la venezolanidad in par.
La Cancillería Y El Diferendo Del Esequibo
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