Este 22 de marzo cuando se celebre el Día Mundial del Agua, lo que nos queda es hacer una mirada atenta a la grave situación de escasez del líquido que vive el mundo gracias al acelerado deterioro de las posibilidades de acceso al agua potable y de los recursos hídricos del planeta y, por supuesto, al camino que en igual dirección está empezando a recorrer nuestro país. Haciendo una radiografía, por ejemplo nos encontramos con que el 40 por ciento de la población mundial tiene acceso restringido al vital líquido y apenas el tres por ciento de los recursos hídricos del planeta son utilizables.
Los recursos disponibles irán disminuyendo a medida que aumente la presión demográfica, y se espera que en 10 años los recursos hoy disponibles para una persona, tendrán que repartirse entre más o menos tres habitantes del globo. Uno de cada cinco habitantes del planeta, algo así como 1.150 millones de personas, en su mayoría de América Latina, África y Asia, no puede tener acceso a agua potable de manera contínua.
Todo esto significa, pues, que estamos muy lejos de cumplir una de las “metas del milenio” fijadas por la Organización de Naciones Unidas y que es reducir a la mitad, en los próximos diez años, el número de personas que no tienen acceso al agua potable y obviamente a los beneficios de higiene y salubridad que esta condición conlleva y que son fundamentales para la salud del mundo.
Debemos tener en cuenta que a pesar de que Venezuela hace parte de los diez países del mundo en donde se encuentra la mitad de los recursos hídricos renovables, no es ajena a la escasez de agua que vive todo el mundo y tampoco a la calidad de la que se utiliza para el consumo humano.
La falta de una política seria que regule el consumo, la incontrolada deforestación, el abuso de los recursos hídricos y la poca concienciación sobre la importancia del ahorro del agua, ha puesto al país ante la perspectiva de un déficit del 70 por ciento dentro de 20 años.
El agua es, según declaraciones de organismos representativos de la comunidad internacional, “un bien social y cultural y no un producto básico de carácter económico”. Se le asigna, además un valor específico fundamental en relación con la vida y la salud de los seres humanos. La Organización de la Naciones Unidas en una de sus resoluciones proclamó el agua potable como uno de los Derechos Humanos. Dice el organismo mundial: “1. Declara el derecho al agua potable y el saneamiento como un derecho humano esencial para el pleno disfrute de la vida y de todos los derechos humanos”.
“2. Exhorta a los Estados y las organizaciones internacionales a que proporcionen recursos financieros y propicien el aumento de la capacidad y la transferencia de tecnología por medio de la asistencia y la cooperación internacionales, en particular a los países en desarrollo, a fin de intensificar los esfuerzos por proporcionar a toda la población un acceso económico al agua potable y el saneamiento”.
En el planeta todavía quedan comunidades que no tienen acceso al agua potable. Padecen sequía extrema y en esas condiciones su desarrollo se hace precario y la existencia choca contra graves situaciones de adversidad.
En nuestro país el agua potable registra un considerable déficit y las posibilidades de solucionar ese problema no alcanzan el impulso que se requiere.
Se debe tomar en cuenta también la conveniencia de preservar las fuentes hídricas en condiciones que garanticen un adecuado abastecimiento para el consumo humano y para el fomento de la producción de alimentos y de otros bienes esenciales.
Día Mundial del Agua
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