Fue don Fulgencio Orellana, cronista oficioso de la ciudad, el primero que intentó aclarar el significado de la palabra patarata llegando a afirmar que era palabra inglesa con equivalencia de desperdicio, escombro, desecho, cachivache o trasto, mientras que el profesor Armando Montesinos, consultado por Orellana, aunque estuvo de acuerdo en que dicha palabra nada tenía que ver con lenguas indígenas, afirmó que su uso era común en portugués y español.
Tanto Orellana, Montesinos como yo, al intentar dilucidar el significado de la palabra Patarata, nos referíamos a la laguna que existió allí donde se levanta la urbanización, aunque sólo como parte de lo que fue un depósito hídrico de mayores proporciones en tiempos remotos.
Mi artículo, titulado simplemente “Patarata” se publicó en este mismo espacio de El Impulso, el 10 de marzo de 2004 y en él, luego de objetar las opiniones de Orellana y de Montesinos, conjeturé que la palabra, si se relacionaba con la laguna, era de origen caribe basado en que para el siglo XVI, poco antes de la llegada de los españoles a estos territorios, grupos pertenecientes a esa etnia, conocidos como chipas o cyparicotos, habían penetrado y ocupado la Sierra de Aroa donde fueron localizados en 1530 por Nicolás de Federman a su regreso de los llanos occidentales y que, en razón de esta vecindad, dichos grupos habrían explorado hacia el Oeste de sus territorios, encontrándose con la gran laguna que entonces sería bautizada por ellos como Patarata en honor a Rató
Y aquí voy a citar parte de aquel artículo:
“¿Y quién es Rató?
“Tal como lo define el Diccionario Pemón de los frailes Cesáreo de Armellada y Mariano Gutiérrez, publicado en 1981, es un “ser fantástico, que, suponían vivir en el agua, de la que es dueño”. Rató (rató, no rrató), según la concepción religiosa caribe, pemón en este caso, vive en cada pozo y remolino lo que es tradición común a muchos grupos étnicos que, como en el caso de los ayamanes y sus descendientes, atribuyen “dueños” a las fuentes de agua.
“Rató, sería sólo el segundo elemento del vocablo.
“El primero es pata, que, según la misma fuente es “lugar, tierra, mundo, presencia”, como en Upatasek, ‘un lugar de morada’; o, Pata empareda, ‘acostumbro el lugar, o, me acostumbro al lugar”.
“Unidos ambos elementos, pata y rató, patarato, patarata, equivaldría a ‘lugar, mundo, morada de Rató lo que seguramente debió ser exactamente lo que esta avanzada caribe en la sabana barquisimetana creyó frente a esta laguna”.
Muchos son los topónimos indígenas conservados en el territorio que ocuparon los caquetíos: Barquisimeto, el río; Macuto, la quebrada; Titicare, lugar luminoso del crepúsculo; Yoi Toi, la quebrada la Ruezga; Tamaca, nombre que hoy lleva una de las parroquias del Municipio; Samurubana, Guacaubana, Tarabana, Pudibana, Mucurubana, Nonabana, Uribana, aldeas caquetías protegidas por diversas deidades; los Coro, quebrada hoy denominada La Guardia; Paya, Bureche, sitios en el valle y la meseta por lo cual resulta altamente curioso que no haya sobrevivido, como parece, el nombre que designaron los caquetíos para la planicie que era parte del territorio que ocupaban.
Eso siempre me inquietó e indagaba atento porque no era posible que un espacio geográfico tan extenso e influyente como debió ser en la vida caquetía, careciera de denominación cuando como se demuestra en construcciones para riego en el sector de El Cercado, al menos parte de la meseta se utilizaba para labores agrícolas por parte de la nación caquetía.
Y creo que sí le tenían un nombre pero con el tiempo dicho nombre sólo identificó la laguna cuyo significado tratamos de obtener en 2004 a través de la oferta caribe dado que los chipas, parcialidad perteneciente a esa nación, ocupaban un territorio vecino como lo es la sierra de Aroa.
Ahora, explorando otra posibilidad etnolingüística debemos concluir, quizás con menos incertidumbre, que el nombre patarata, vinculado con la laguna puede tener fundamento pero sólo considerando que la misma ocupaba buena parte de la meseta y que ésta era la que los caquetíos pudieron haber bautizado con dicho nombre.
Una vez más debemos recordar que la nación caquetía está íntimamente vinculada con los pueblos preincaicos y que muchos de sus rasgos culturales, entre ellos los relacionados con el idioma, los obtuvo en su relación con aquellos pueblos antes de su desplazamiento, junto con otras parcialidades arawak, hacia la zona amazónica y luego hacia Colombia y Venezuela.
Es así como encontramos que en lengua quechua “meseta” se dice pata y conjunto de mesetas vecinas patarata, en tanto que patapata significa superficie escabrosa, llena de eminencias y depresiones.
Estas palabras quechuas que en cualquier diccionario de esa lengua se registran, nos da base bastante firme para creer como lo fue y, en buena parte como lo es, la topografía barquisimetana, pudo ser para los caquetíos, la meseta patarata y que olvidado este nombre para toda la extensión de la planicie quedó para designar únicamente, la laguna que la ocupaba al noreste.
Habitando el valle del río Barquisimeto, extenso, fértil, llano y generosamente regado por las aguas de sus dos ríos y quebradas, para los caquetíos, la tierra de la meseta (pata) debió parecerles exactamente una superficie escabrosa, llena de eminencias (los cerros que la circundan al norte) y depresiones (los innumerables zanjones que la dividían, de los cuales aún perviven muchos, principalmente hacia el sur de ella por la cuesta Santa Bárbara, la de San Juan, la Cuesta Lara, Concha Acústica, y zanjones Barrera, Los Paticos, Los Piconeros, etc.
Como no puede ocultarse que este territorio de la meseta barquisimetana, lo controlaba y cuidaba la nación caquetía cuyas relaciones culturales, con los quechuas es notoria, de modo especial las de carácter lingüístico, lo más concluyente respecto a la palabra patarata, sería lo que queda arriba razonado y entonces, la ciudad de Barquisimeto y sus alrededores, ocupan la meseta así llamada: PATARATA.
Más aun, el DRAE tiene como incierto el origen de esta palabra seguramente porque los ilustres académicos no han considerado que es vocablo, quechua, registrado al menos desde 1892.
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