Atacante de escuela judía francesa fue hasta el patio para matar a una niña

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Poco después de las ocho de la mañana, en un barrio tranquilo de Toulouse (suroeste de Francia), un hombre aparca con calma su moto y se acerca a la escuela judía de Ozar Hatorah, donde se dispone a cometer una carnicería.

«Ha disparado», «un rav (profesor de religión judía) y sus dos niños han caído», contó la responsable regional del Consejo Representativo de Instituciones Judías de Francia (CRIF), Nicole Yardeni.

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«Luego entró en el patio del centro y agarró a una niña de ocho años, la hija del director, para dispararle directamente en la cabeza. Después

se marchó» en su moto, prosiguió.

Según los testigos, el autor del ataque tomó el riesgo de actuar en un momento en que la calle de la escuela, pequeña, estaba llena de coches de los padres que llevaban a sus hijos al colegio Ozar Hatorah.

El rabino y director del centro, Yaacov Monsonego, estaba rezando en la sinagoga cuando un alumno le trajo el cuerpo sin vida de su hija de ocho años, fatalmente herida en la cabeza.

Los testigos no vieron la cara del atacante, que llevaba un caso puesto. En la escuela, el asesino empleó la misma arma y la misma moto vistas en los ataques contra unos paracaidistas en Toulouse (el 11 de marzo) y la cercana localidad de Montauban (el jueves pasado), en los que murieron tres militares.

Y como en los ataques a los militares, el de este jueves fue metódico y rápido.

El autor de los disparos no dejó nada al azar. En el ataque de este lunes, cuando su pistola automática de calibre 11.43 se le encasquilló, sacó un arma de recambio, una 9 mm, con la que terminó la matanza.

Un antiguo alumno, Kevin, también estaba ahí, ya que todas las mañanas iba a rezar a la sinagoga del colegio.

«Escuchamos los disparos. Eso fue hacia las 08h02. Hubo un movimiento de pánico generalizado. No sabíamos dónde estaba el agresor. El personal de la escuela aplicó una especie de perímetro de seguridad antes de la llegada de los policías, diez minutos después», declaró.

Según los testimonios recogidos sobre el terreno, los niños fueron escondidos en un local subterráneo tras el drama, a la espera de que llegara la policía.

Decenas de policías se desplegaron en la zona y establecieron un perímetro de seguridad. El presidente Nicolas Sarkozy y más tarde el candidato socialista a la presidencia François Hollande y el ministro del Interior Claude Guéant acudieron al colegio.

Baruc, de 29 años, cuenta que escapó por poco.

«Salí hacia las ocho de la mañana para ir a rezar a la sinagoga», contó a la AFP, y delante del centro, «vi a mi amigo con sus dos hijos, esperando como de costumbre el coche que debía llevar a sus niños a la escuela infantil», cerca de la escuela Ozar Hatorah. Se trataba del profesor que murió a tiros junto con sus dos niños.

«Le dije buenos días y pasé. Justo después escuché unos disparos detrás de mí, corrí a refugiarme en el interior y no me volví. Si lo hubiese hecho, me habría encontrado», cuenta el joven.

Según él, «no hay castigo» para el asesino «porque no es un ser humano».

Foto: AP/ Reuters

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