La modernidad ha estado impulsada por los medios de transporte, bien sean tracción animal, tren, tranvía y a partir del siglo XX el dios vehículo automotor, por tanto, las ciudades han sido sometidas a un destrozo general bajo el paradigma de crear las mejores condiciones para los vehículos en detrimento del peatón.
La aseveración pertenece al ingeniero Manuel Cols Briceño, ex presidente de Fudeco, quien al formular la información indicó que nuestros gobernantes, salvo contadas excepciones, han olvidado que los pueblos tenían una fisonomía, un perfil.
-Estos han permisado o dejado construir cualquier cosa o mamotreto, y hoy la ciudad es algo amorfo, perdiéndose la valiosa identidad de lo local, aseguró Cols
Apuntó que en ese ínterin también ha privado el afán del lucro y como el caso de El Tocuyo, amparándose en el terremoto, las empresas de demolición no dejaron piedra sobre piedra, y claro ejemplo de eso es Barquisimeto y Cabudare, cuyo terremoto ha sido la modernidad a ultranza. En el caso de Cabudare, ésta se ha ido desfigurando progresivamente como consecuencia de la falta de una política urbana que contribuya a preservar el valor patrimonial y cultural de los centros poblados.
Este modesto patrimonio edificado de nuestros pueblos ha sido impactado negativamente con erradas políticas que tienden a priorizar las vías para permitir mayor desplazamiento de los automotores en contra del tráfico peatonal.
En ese sentido, Cols explicó que la ampliación de la calle Santa Bárbara deshumaniza a Cabudare, lejos de favorecer la preservación el escaso patrimonio que aún sobrevive sin doliente.
Aceras fuera de norma
Asimismo, Cols indicó que las aceras de la calle Santa Bárbara fueron construidas transgrediendo la normativa vigente, con pendientes laterales de hasta 45 grados, lo cual imposibilita que por ellas transiten personas con discapacidad o de la tercera edad con limitaciones físicas.
-Las nuevas aceras son tan estrechas que no dan paso para que dos personas caminen una al lado de la otra, lo que viola la norma Covenin, donde especifica que éstas deben tener un ancho mínimo libre, sin obstáculos de un metro con 60 centímetros, subrayó. En unos segmentos las aceras disponen de un metro 20 centímetros, en otros tramos: un metro 28 centímetros y caso más irregular 87 centímetros.
Anchos diferentes
Acentuó Cols que en la ampliación de la calle Santa Bárbara, también se observa en una misma cuadra, diferentes anchos de la sección vial, donde en un extremo la calle tiene unos ocho metros con 50 centímetros y en el extremo siguiente siete metros.
Además de esa dimensión irregular, a lo largo de la cuadra se ha dado prioridad para aumentar la densidad vehicular, lo cual es contrario a las tendencias que hoy se siguen en las ciudades modernas, donde más bien se favorece el encuentro peatonal, arborización, y las obligadas rampas para personas con discapacidad, normadas claramente en el Artículo 31 de la Ley para Personas con Discapacidad.
Destacó que en la obra, de unos 545 metros en promedio, se maneja una estrategia para adicionar un canal de circulación, lo que traería como consecuencia seccionar una parte de la acera norte de la Plaza Bolívar, lo que representa un daño al patrimonio histórico y edificado de la ciudad.
En lo que respecta a ese tema, Cols sugirió que se mantengan los dos canales entre las calles Domingo Méndez y Juan de Dios Meleán, que bordean la Plaza Bolívar, “pero que se prohíba el estacionamiento vehicular frente a Tránsito, para minimizar el inevitable embotellamiento que presentará este corredor vial en ese segmento de tan sólo 70 metros de longitud.
Retiros sin armonía
A juicio de Manuel Cols, la nueva calle Santa Bárbara, exhibe toda una falta de armonía entre los retiros, con secciones donde anteriormente las aceras tenían dos metros de ancho, ahora pasan a tener 1,20 metros y hasta menos, lo que plasma claramente que el peatón pierde espacio en el diseño urbanístico de la Alcaldía de Palavecino, conduciendo a que la ciudad continúe su proceso de deshumanización.