El domingo 11 de marzo, a las tres de la madrugada, Kristal Gordillo, de 27 años de edad, venía en su vehículo por la prolongación de la Avenida El Placer cruce con Ribereña en dirección a la Urbanización Santa Cecilia de Cabudare, cuando sintió un fuerte golpe en el vidrio de su automóvil, escenario que por instinto le condujo a acelerar el automóvil y pasar el semáforo en rojo del Distribuidor Tarabana, no sin antes escuchar la detonación de un arma de fuego e inmediatamente un fuerte dolor en la espalda.
La joven iba acompañada de una prima, por lo cual ambas pudieron maniobrar el automotor hasta impactarlo con el brocal derecho de esa arteria vial, en el tramo que va desde el distribuidor hasta el urbanismo.
Gordillo, a pesar de la sangre perdida, el pánico que sentía y la desesperación de resultar atrapadas, hizo varias llamadas a sus familiares y éstos a la Policía de Lara y el Servicio de Emergencia 171, cuerpos de seguridad que jamás se presentaron en el sitio del suceso.
Una ambulancia particular acudió al lugar en 25 minutos, para inmediatamente trasladar a la convaleciente primero hasta el Hospital Central Antonio María Pineda y luego del mediodía de ese funesto domingo, hasta un centro asistencial foráneo.
Según testimonios del familiar, dos hombres encapuchados salieron rápidamente de la maleza portando lo que parecían escopetas.
Herida de gravedad
Gordillo salió herida de gravedad con una bala alojada en la columna que aún le impide mover sus piernas. Está recluida en terapia intensiva en una clínica en un estado vecino, a la espera de una intervención quirúrgica y la recaudación de los recursos para sufragar los gastos médicos.
Un secuestro antes
Pero en el Distribuidor Tarabana, un acto parecido se registró una semana antes, el cual fue ampliamente difundido vía Twitter, el cual sucedió la madrugada del sábado 3 de marzo, cuando dos sujetos, armados con escopetas, salieron del monte y abordaron un vehículo que esperaba la luz verde del semáforo, en sentido Avenida El Placer vía Ribereña.
La víctima es un joven estudiante que se dirigía a la misma urbanización ya citada.
Fue interceptado y obligado apunta de escopeta, a conducir a través de la Ribereña con dirección al Distribuidor Las Damas, donde luego de retornar vía a Cabudare, lo introdujeron por un camino que está entre el puente del río Turbio y el río Claro, en donde, luego de repetidos golpes, le pidieron llamara a sus familiares para que pagaran 16 mil por el rescate.
A los familiares que llevaron el dinero esa madrugada también los robaron y golpearon con el agravante que si existía denuncia, morirían todos.
Los secuestros en el Distribuidor Tarabana iniciaron el 17 de julio de 2011, donde se sumaron más de 20 casos con el mismo modus operandi pese a las cámaras del Plan 360 apostadas en una torre del distribuidor y donde hoy, a menos de 150 metros del módulo vial, no hay detenidos.