“No hay nada peor para un médico que abandonar al paciente”

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En la década de los años cuarenta, eran pocas las mujeres que tenían la oportunidad de estudiar una carrera universitaria, apenas algunas llegaban a graduarse de primaria, y luego se dedicaban a su hogar, esposos e hijos si los tenían.
Sin embargo, Lulú Saldivia de Giménez, tuvo la oportunidad de hacerlo bajo el permiso de sus padres, y viajó a Caracas a estudiar la carrera de Medicina, profesión que ya había empezado a estudiar su hermana mayor Catalina.
“Yo aún no entiendo como mi papá nos dejó ir a estudiar a la capital, pero siempre se sintió orgulloso de nuestro esfuerzo, sobre todo al momento de graduarnos, porque todos los hermanos logramos entrar a la universidad y titularnos”, rememoró la doctora Saldivia.
En ocasión de la semana del Médico, cuyo día se celebró el pasado 10 de marzo, natalicio del doctor José María Vargas, fue propició entrevistar a la gineco-obstetra Lulú Saldivia de Giménez, quien tiene más de 60 años de graduada, una de las primeras mujeres que atendió gran cantidad de embarazos de familias larenses enteras.
“No sé cuantos partos atendí, pero sentía satisfacción que hasta mis colegas me buscaban cuando salían embarazas, así como los médicos me llevaban a sus esposas para que yo las atendiera”, recordó Saldivia de Jiménez.
Fue un 2 de agosto de 1951 cuando se graduó en la Universidad Central de Venezuela, época en la cual sólo existía esta institución y la Universidad de Los Andes (ULA).
“Siempre me llamó la atención cuidar de los enfermos, por eso quise estudiar Medicina, y le puse mucho cariño a mis estudios”, dijo.

Antes del Hospital Central
Trabajó en la Maternidad Luisa Cáceres de Arismendi, que funcionaba al lado de la Iglesia San Juan, antes de que se construyera el Hospital Central Universitario “Dr. Antonio María Pineda” en el año 1954.
En ese momento se trasladaron a la nueva infraestructura, y allí llegó a ser jefe de piso en el servicio de gineco-obstetricia, cuyo postgrado no existía, sino una residencia especializada.
“Pasé a ser médico adjunto y luego jefe de servicio, hasta que me retiré por razones familiares en el año 1975, para dedicarme sólo a mis consultas privadas hasta el año 2002 cuando me retiré”, contó.

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Diez partos diarios
En el año 1955 se casó con el también médico Luis Oscar Giménez, quien fue su apoyo en las noches de guardia.
“Cuando me llamaban para un parto mi esposo me llevaba al hospital a la hora que fuera”, comentó.
Recordó que en esa época se atendían hasta 10 partos diarios, cuando en la actualidad llegan a parir un promedio de 80 mujeres al día.
A la nueva generación de médicos les aconsejó no olvidar la mística de servicio, porque no hay nada peor -según sus palabras- que abandonar al paciente.
“Nunca deben dejar de estudiar, porque la medicina es una ciencia que avanza y el profesional debe estar actualizado con los nuevos procedimientos y tecnología”, concluyó la doctora Saldivia.

Foto: Edickson Durán

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