Sosiego significa quietud, tranquilidad, paz, respeto, armonía. Requisitos indispensables para el trabajo y el progreso. No hay duda que ésta es una de las necesidades más sentidas en la Venezuela de hoy. El índice de violencia y de criminalidad ha subido, según los estudios más serios, en un 200% en los últimos 40 años en Venezuela y de ser un país tranquilo y laborioso, ha pasado a ser uno de los más violentos del mundo. Caracas es la tercera ciudad más violenta del planeta. Según todas las investigaciones, detener la violencia en Venezuela requiere de un acuerdo nacional, unitario, firme, de todos los factores políticos y sociales del país, comenzando, como es lógico, por una decisión política indeclinable del gobierno y de las instituciones fundamentales de la nación de acabar con la violencia.
La violencia en el país se manifiesta en formas muy diversas. Desde las incontrolables cárceles, en las cuales hay ausencia de una política penitenciaria seria y científica, hasta la violencia callejera, donde se dirime cualquier controversia, la más insignificante, a través de la agresión con armas de toda naturaleza. Existe también la violencia familiar, la violencia de género, la violencia en los centros educativos y la violencia que se propaga en muchos medios audiovisuales. En los últimos 13 años ha “florecido” también, la violencia política, con agresiones físicas como las ocurridas en Cotiza hace casi dos semanas, que no es la primera y Dios quiera que sea la última, o como la ocurrida en el 23 de enero el fin de semana pasado, aderezada dicha violencia con la agresión verbal pública, soez e irrespetuosa, practicada desde las alturas mismas del poder. Venezuela está cansada de esa violencia que le arrebata tantas vidas útiles. Una forma de combatir esa violencia es erradicar el lenguaje violento de las autoridades gubernamentales y del lenguaje de todos. Acabar con el insulto, la descalificación, el irrespeto por el contrario. Enseñarles a nuestros hijos el valor del respeto y la consideración hacia quienes no piensen como nosotros, es un paso vital en la búsqueda de la tan anhelada convivencia pacífica entre todos. Oír y respetar al adversario ayudará enormemente a llevar ese sosiego del que venimos hablando a todos los rincones del país.
En medio de la violencia del fin de semana pasado y lo percibí como un medio de generar sosiego en nuestros espíritus, hubo en Caracas un evento patrocinado por una importante institución financiera del país, “Palabras para Venezuela”, se denominó ese evento. Tres ex presidentes de tres países diferentes, hablaron sobre democracia, economía, instituciones, experiencias y emergió de las palabras de los tres, un gran amor por Venezuela y gran preocupación por su estado actual. Como dato curioso, Felipe González de España, líder fundamental del Partido Socialista Obrero Español, sentenció el fracaso del comunismo en todas partes del mundo y ratificó su apego a la democracia y a la alternancia en el poder. Dijo que después de 14 años que estuvo en el poder, hasta él mismo estaba cansado de él. Lo esencial de la democracia, según sus palabras, es saber que cuando un gobierno no nos gusta, en poco tiempo lo podemos cambiar. América Latina, afirmó este europeo, es la esperanza del mundo. Por su parte Ricardo Lagos de Chile, líder también del Partido Socialista de Chile, comenzó recordando y agradeciendo a Venezuela que cuando en Chile “se apagó la luz de la libertad”, nuestro país le abrió sus puertas a muchos perseguidos por la dictadura pinochetista. También ratificó Lagos la necesidad de fortalecer la democracia, el respeto por todas las ideologías y la alternancia en el poder. El verdadero estadista, dijo Lagos, no es el que piensa en las próximas elecciones, sino el que piensa en las próximas generaciones. Fernando Henrique Cardozo de Brasil, en un perfecto español, ratificó también la necesidad de la independencia y la separación de los poderes públicos. Destacó lo importante de darle sentido social a la democracia y resolverle los problemas a la gente. Se notó que está orgulloso de los progresos que en materia de combate a la pobreza y de crecimiento económico ha tenido su país. Hizo énfasis en una justicia independiente y autónoma en nuestros países, donde los jueces sean y se sientan libres para emitir sus sentencias. Excelentes clases de ética política nos ofrecieron los tres. Mandadas a hacer para quienes hoy gobiernan a Venezuela. Me temo que ni siquiera las oyeran. Ojalá el Presidente las haya oído y qué gran demostración de grandeza y de altura como estadista daría, si después de 14 años de gobierno y enfermo como está, necesitado de descanso para recuperarse plenamente, retirara su nombre como candidato a ser reelegido presidente y le diera oportunidad a otros. El país respiraría con sosiego, cesaría la violencia y todos se lo agradeceríamos.