Caracas, 12 de marzo.- Con más de 30 años de carrera, varios premios en su trayectoria e infinidad de elogios, no podía ser menos el concierto de la banda mexicana Maná, quienes se presentaron el pasado domingo en el estadio de fútbol de la Universidad Simón Bolívar.
Antes 10 mil personas, llegaron para regalar un show inolvidable de más de dos horas. Un espectáculo impecable, con un juego de luces sorprendente, unos músicos prodigiosos y un sentir latino incomparable. Felices de regresar a Venezuela se lucieron con cada tema.
Una cortina blanca cubría el escenario, se escuchó la Quinta Sinfonía de Beethoven, imponente música que fue la antesala para que a las 8:45 pm., sin ver los rostros de los mexicanos, se escuchara la inconfundible voz de Fernando Olvera, mejor conocido como «Fher», quien comenzó el repertorio con el tema Lluvia al Corazón, primer tema de su último disco Drama y Luz, nombre de su gira.
Ascendió la cortina, que repetidas veces subiría o bajaría. Para la segunda canción Oye mi Amor, quedaron al descubierto y el público afinó sus pulmones para cantar con su banda. Fher estaba todo vestido de negro y con una chaqueta corría por todo el escenario, sus cabellos brincaban con sus inquietos movimientos.
«¿Cómo se sienten esta noche Caracas?. Ya los extrañábamos un chingo. Les prometo que no pasará tanto años para volver, y esta noche la vamos a pasar buenísimo», dijo el cantante. Siguieron con el tema De Pies a Cabeza.
«Caracas a cantar fuerte, queremos que canten más fuerte que en todos lados, que en Valencia y Puerto La Cruz», se quitó la chaqueta e interpretó – con guitarra en mano – Manda una señal.
Bajó la tela blanca de nuevo y Fher contó: «La siguiente canción tiene que ver de un personaje que se quedó atrapado en un espejo. Se va a Toledo en el siglo 15 y es juzgado por hereje, se titula el espejo», letra que forma parte de su último CD. La cortina justo hacía la sensación de ese espejo que se había tragado a la banda, quienes estuvieron acompañados por unos violines.
«El siguiente tema se lo dedico a una mujer guerrera, a mi madre, que hizo el papel de madre y padre, ya se fue a las estrellas. Es una canción de esperanza, dedicada a todas las personas que ya se han ido», y se escuchó Vuela Libre Paloma.
Luego de una buena descarga de guitarra de Sergio Vallín, entró Fher con su armónica para cantar Rayando el Sol, «quiero oírlos», perdía el vocalista. «La que sigue habla de los amores secretos, amores escondidos, esos que son impronunciables, pero el cielo se cae de tanto callar», y cantaron Amores Clandestinos. «¡Vamos Caracas!» vociferaba el artista.
«El siguiente tema trata de una palabra que nos cuesta mucho a los seres humanos, la palabra perdón», interpretaron El verdadero amor Perdona. Tomó una botella y dijo: «Caracas, quiero decir salud por este pueblo que queremos, con quienes hemos compartido buenos momentos. Salud con tequila de Jalisco, porque ya tenemos como 15 años viniendo a esta tierra. Ahora le vamos a cantar a los chavos que se enamoran de mujeres que los tratan mal, yo ya claudique de eso. Para todos Mariposa Traicionera».
Siguieron con un tema muy significativo para nuestro continente, y que forma parte de su última placa discográfica, a lo que Alex exclamó: «A su honestidad, menos corrupción, y que viva Venezuela cabrones». Interpretaron el tema Latinoamérica, mientras en la pantalla se paseaban todas las banderas de América Latina, cerraron con la de México y Venezuela unidas.
Se escuchó Corazón Espinado. «¡Caracas! como que les hace falta más tequila o cerveza», preguntó Fher para que cantaran con más fuerza. Luego invitaron a un niño venezolano, Miguel Anghel Gutiérrez, de nueve años, a que los acompañara con su guitarra en el tema Me Vale junto a Sergio.
En minutos le tocó el turno al virtuoso de la batería, Alex, «el animal», quien hizo de las suyas con las baquetas, mientras el resto de la banda se trasladaba a otra tarima en el medio del estadio, para sorprender al público general.
El cuarteto cantó en ese pequeño escenario Te Lloré como un Río, Se me olvidó otra Vez, Eres mi Religión y Si no te hubieras ido. Subieron a una fans, quien fue la envidia de muchas féminas, al bailar con Fher el tema Vivir sin Aire.
Se bajaron y corrieron por un pasillo donde chocaron las manos con todos sus seguidores. Al regresar al principal escenario, se escuchó Como te Deseo,»¡Vamos Caracas!», pedía el cantante a sus fanáticos, quienes no dejaron de corear sus temas y ovacionarlos en todo momento. Un público muy heterogéneo seguía con obediencia las instrucciones del cantante.
Continuó Déjame Entrar, donde una mujer vestida de negro, con una cámara, filmaba todo el momento. Luego se desprendió de su equipo para mostrar sus virtudes dancísticas. Pirotécnica y fuego aderezaban el espectáculo.
«Tenemos muchos años viniendo a este hermoso país, ustedes le echan muchas ganas, aspiran un buen futuro, no se vayan a caer. Escuchen bien Venezuela, ustedes tiene un país con una riqueza natural impresionante, son el cuarto país en petróleo del mundo. México no tiene tanto. Por eso, deben elegir a la gente que los sacará adelante, si se equivocan no es culpa del gobierno, sino de ustedes. Los mexicanos rectificamos, ustedes también lo pueden hacer, sí se puede. La mejor de la suerte, así que elijan bien. Dios los bendiga», dijo Fher antes de cantar Clavado en un Bar.
Mostró una bandera mexicana, de la cual también salió una venezolana, y de la punta del asta papelillos. Se fueron, pero regresaron para cerrar con Labios Compartidos y Muelle de San Blas, no sin antes presentar a la virtuosa banda donde también destacó el bajista Juan Calleros. El reloj marcaba más de las 11:00 pm. cuando dejaron la tarima.
Monstruo de la batería
Alex es un verdugo, un monstruo de la batería, que hizo sonar su instrumento sin clemencia. Y retumbó con gran virtuosismo en todo el recinto. Boquiabiertos quedamos todos al ver como mueve sus manos. Como un acróbata hizo piruetas para tocar sus platillos: de pie, de espalada, girando – pues la plataforma daba vueltas – y ni por un segundo abandonó sus baquetas, a las cuales hacía volar por segundos.
El músico dejó el alma ante sus fans, quienes abismados lo aclamaron. Su rostro, lleno de sudor, mostraba su energía y la transformación que sufre cuando está en la tarima. Descargó su furia musical con un repertorio donde en ocasiones era el protagonista ante el micrófono, pero en las baquetas, irreemplazable. Al finalizar su sólo de batería lanzó sus palos de madera al público.
Mientras él hacía peripecias con su estructura metálica el resto de los integrantes se movilizaron (a escondidas) a una pequeña tarima ubicada en la mitad del estadio, donde más tarde llegaría Alex para tocar junto al resto de la banda.
Pupilos venezolanos
Antes de cantar el tema Me Vale, Fher comentó: «Ahora voy a invitar a un chico que ganó un concurso. Lo hicimos en cada región de Venezuela, y es que ustedes tienen muchos músicos cabrones. Así que apoyen el talento nacional. Su hermana ganó en Valencia, luego ella entrará para que Sergio le ceda su guitarra, y así toquen juntos».
Entró el ganador, pero nadie pensó que sería un niño de nueve años, Miguel Anghel Gutiérrez, que apenas rozaba el hombro de Sergio, pero como pez en el agua tocó su instrumento como toda una estrella, junto al melenudo que ha recorrido infinidad de escenario; hasta levantó los brazos para pedir aplausos al público.
En minutos entró su hermana, María José Gutiérrez, de once años. Sergio le cedió su instrumento y como dúo hicieron sonar sus cuerdas como grandes músicos, las miradas de 10 mil personas no los intimidaron, sino todo lo contrario, se hicieron más grandes. La banda los elogió y el recinto ovacionó el momento. «¡Echale!», le dijo Fher a los pequeños. «Puro talento venezolano».
Fotos Carlos Sánchez/ Evenpro