Por diversas razones el tema de la vivienda, pero sobre todo el que atañe a los barrios, no fue abordado con la intensidad debida en la recientemente concluida campaña electoral de las primarias.
Los precandidatos dirigieron su mensaje esencialmente a las capas medias de la población; así los temas de inseguridad, gobernabilidad y constitucionalidad, fueron dominantes, aunque hay que reconocer que la bandera de Henrique fue la educación. Evidentemente que el target político condicionó el discurso y la agenda social no tuvo la preeminencia que debió tener. Ahora el escenario político es otro. Para encarar esta nueva campaña electoral que culminará el 7 de octubre, es necesario dirigir un mensaje ya no solamente no confrontativo, sino argumental, articulado en un conjunto de propuestas que tengan a la agenda social como centro del discurso. A la inseguridad y a la educación hay que agregar el tema de la salud y la vivienda, que son los aspectos clave que condicionan la calidad de vida de los venezolanos. Pero la cosa no queda allí, los servicios públicos de agua, electricidad, gas, transporte y vialidad, también son muy importantes para el discurrir de la existencia de los habitantes de nuestra nación. Son los problemas de la gente, a los cuales hay que darles solución.
Ahora bien, aunque todos estos aspectos son cruciales para la sociedad venezolana en su conjunto y deben ser constantemente trabajados en el discurso, el tema de desarrollo urbano y vivienda, y específicamente el de los barrios, tiene un carácter estratégico para la futura gobernabilidad del país. Efectivamente, Venezuela tiene una enorme deuda social acumulada con los pobres desde hace más de 70 años. Este saldo se ha visto agravado por el abandono manifiesto de las zonas populares por parte de este gobierno. Los habitantes de las barriadas han tenido una gran esperanza en las promesas del régimen, paro cada vez más esta confianza se va perdiendo.
El descreimiento nos beneficiará políticamente, pero el nuevo gobierno debe, en forma perentoria, dar muestras de que colocará en su agenda de gestión la problemática de los barrios en forma preeminente, para abordarla de una manera integral y en todo el país.
De lo contrario, la desesperanza puede dar paso a la ira y eso puede poner en entredicho la gobernabilidad del país. El sector chavista estará allí presto a azuzar el descontento popular en provecho propio.
El objetivo nacional de la gestión del próximo gobierno democrático, presidido por Henrique Capriles Radonski debería ser la lucha frontal contra la pobreza; en ese sentido el sector vivienda cumplirá un rol fundamental como proveedor de soluciones habitacionales, generador de empleo, impulsor de inversiones, pagador de impuestos y dinamizador de la economía. Pero no solamente se deben hacer casas para el sector formal, nuestro urgente y gran reto es emprender sin dilaciones pero con un plan estructurado y muchísimos estudios previos, ya realizados, la «Habilitación Física de los Barrios de toda Venezuela», programa dejado de lado por este gobierno y nunca más retomado. Entrarle al problema de los barrios encara un enorme desafío y demandará ingentes sumas de capital, pero no hay opciones, ¡hay que hacerlo ya! Los nuevos riesgos provocados por el cambio climático, la enorme deuda social acumulada con los pobres y la paz social del país, lo hacen impostergable.