Apple presentaba el nuevo iPad no solo con la novedad de la incorporación de conectividad LTE, sino que también sorprendía con la pantalla Retina de alta resolución. Sus 2.048 x 1536 píxeles prometen una calidad de imagen sin precedentes en un dispositivo de estas características. Sin embargo, los beneficios que ofrecerá a los usuarios en lo que a la calidad de vídeos se refiere podrían traer otras consecuencias como la saturación de las redes por su “voraz apetito” de megas en la modalidad de streaming.
Vivimos una época de continuos cambios en muchos frentes. El consumo de contenidos multimedia es mucho mayor que hace años. Esta situación se debe a múltiples factores, aunque podríamos resumirla brevemente con la evolución de la calidad de las imágenes y vídeos, a su vez fruto de la creación de dispositivos capaces de aprovechar estos contenidos. Desde hace unos años, para la gran mayoría el término FullHD es bien conocido. Podemos poner el ejemplo de los televisores LCD y plasma. En sus primeros años la forma más sencilla de disfrutar de vídeos y películas en alta definición pasaba por comprar o alquilar un Blue Ray. Ahora, en cambio, la aparición de diferentes plataformas que ofrecen vídeos en streaming bajo demanda o incluso la versión HD de YouTube han fomentado el uso de las redes de datos para consumir estos recursos, disparando el tráfico hasta suponer más de la mitad del ancho de banda utilizado a nivel mundial. Lógicamente, este material en alta definición ha elevado exponencialmente la trasferencia de datos pues su peso también ha aumentado en consonancia a la calidad de imagen y sonido.
Según podemos leer en infoworld, este efecto será potenciado por la nueva tableta de Apple, especialmente en los espacios de trabajo, con redes que tienen un ancho de banda finito. Y es que la definición de la pantalla Retina del nuevo iPad disparará el consumo de material que pueda explotar sus cualidades, como es el caso del vídeo en alta definición. Si bien este efecto es despreciable en el ámbito doméstico, donde habitualmente solo se cuenta con una conexión a Internet para unos cuantos dispositivos, la situación es diferente en el sector profesional. Las empresas disponen de una red interna con una capacidad determinada que puede verse saturada. Aunque las más sofisticadas dispondrán de sistemas de balanceo de carga, no todas estarán preparadas para una mayor demanda de flujo de datos. Además, en su momento se diseñaron infraestructuras para soportar una carga determinada para aquella época; para un número reducido de personas.
La explosión de los dispositivos inalámbricos no solo ha aumentado la carga de la red de estas compañías, sino que también lo ha hecho el número de trabajadores que accede a éstas. Según algunos informes, el consumo de vídeo por streaming en las compañías, en las que usar este tipo de dispositivos para desempeñar un trabajo es habitual, es del orden de 20 al 25% del total del tráfico. Independientemente de entrar a valorar el por qué se accede a contenidos de este tipo desde el puesto de trabajo, nos quedamos con lo más importante, que es el hecho de que la alta definición se apodera de nosotros, pero las redes y la infraestructura actual, en puntos determinados, empieza a sufrir por el uso de estos dispositivos, cada vez más dependientes de conexiones de datos para satisfacer nuestras peticiones.