Al menos 70 detenidos, diez heridos, cinco estaciones destruidas, otras más seriamente dañadas y caos en el tráfico automotor se registró este viernes en la capital colombiana, en una jornada de protesta de miles de usuarios por el mal servicio de transporte masivo Transmilenio.
“Lo que empezó como una protesta pacífica, con arengas y pancartas en contra de las deficiencias que se presentan en Transmilenio, se transformó poco a poco en actos de vandalismo y bloqueo contra el sistema”, señaló el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro.
En una rueda de prensa, Petro señaló que entre los heridos hay tres policías y dos jóvenes que fueron atropellados accidentalmente por coches, pero ninguno de gravedad.
Precisó que entre los detenidos hay 20 menores de edad, ocho de los cuales ya fueron devueltos a sus padres y nueve personas más “fueron judicializadas” porque se comprobó que además de entrar a las estaciones del sistema a destruir las máquinas, robaron el dinero de las taquillas.
Por lo demás, las autoridades distritales ofrecieron una recompensa de hasta 20 millones de pesos (unos 11.400 dólares) para quienes delaten a los vándalos que actuaron contra el sistema de transporte.
Explicó que reparar las cinco estaciones le costará al Distrito más de mil millones de pesos (unos 566.600 dólares).
Petro, igualmente, señaló que detrás de los manifestantes estarían integrantes del pasado Gobierno de la Alcaldía y señaló que “el sistema colapsó”.
Al cerrar la noche, ríos de usuarios caminaban por las vías tratando de llegar a sus viviendas, pues si bien se lograba la normalización de algunas rutas, otras estaban paralizadas por los bloqueos.
Las manifestaciones en contra del servicio de los autobuses articulados bogotanos se iniciaron a primera hora del día, cuando centenares de los usuarios, principalmente estudiantes, ocuparon las estaciones de los autobuses e impidieron su salida.
Los usuarios del popular transporte bogotano bloquearon, además, varias avenidas de sectores del sur y el noroeste de la ciudad, principalmente.
La protesta tiene su origen en el retraso de las rutas en horas punta, el costo de las tarifas, el escaso cubrimiento de la red, la insuficiente capacidad de los vehículos y la falta de alternativas de transporte público.
La situación fue aprovechada por algunos inadaptados, según la Policía, quienes se dedicaron a robar las cámaras de seguridad de las estaciones, en algunas hurtaron los dineros de las taquillas y en muchas quebraron los vidrios.
Según fuentes oficiales, unos 1.200 hombres de la fuerza pública y de escuadrones antidisturbios de la Policía fueron desplegados en distintos puntos de la ciudad para neutralizar los desórdenes.
Ante las protestas, Petro insistió en que hay necesidad de “renegociar las condiciones” del servicio de Transmilenio y dijo que las personas que bloquean estaciones y calles impiden unos acuerdos directos con la ciudadanía.
Además, denunció que detrás de los sabotajes se ocultan intereses políticos del Partido Comunista y el Moir (Movimiento Obrero Independiente Revolucionario).
Por otra parte, Petro ordenó levantar la medida de restricción para los vehículos particulares, conocida como “pico y placa”, y que rige de lunes a viernes según el último número de la matrícula, para permitir que miles de personas se pudieran movilizar.
De manera simultánea, los organismos de seguridad detuvieron a un exsoldado profesional que detonó dos artefactos explosivos en las inmediaciones de la Casa de Nariño, sede presidencial, y del Capitolio Nacional (Congreso), que no causaron daños materiales ni heridas.
Este hecho no fue relacionado con las protestas de los usuarios del sistema de transporte, pero incrementó el nivel de zozobra entre las gentes que por trabajo y estudio ocupan el centro de la ciudad.