Hay un dicho colombiano que establece que a una mujer no se le debe pegar ‘Ni con el pétalo de una rosa’. Y este mismo dicho le pone nombre al Día internacional de la Mujer, una gota de rocío al amanecer, delicada y pura. Un hombre que levante la mano o la voz contra la mujer, es y será un cobarde. No la hieras ni con el pensamiento.
Sobre el origen del 8 de Marzo como «Día Internacional de la Mujer» existen versiones variadas que hacen difícil descifrar la data exacta que dio origen a esta conmemoración. Estudios publicados apuntan a que el motivo original está en el día 8 de Marzo de 1917 en Rusia, que correspondería al 23 de febrero del calendario de ese país. En ese entonces las mujeres rusas protestaron por la falta de alimentos, desencadenando el mítico proceso revolucionario que se conoce como “Octubre” del mismo año.
Habitualmente se toma también como referencia el dramático incendio provocado por los propietarios en una fábrica textil de Nueva York, en el que fallecieron más de un centenar de trabajadoras. Algunos especialistas ubican este suceso el 8 de Marzo de 1857, otros, el 25 de Marzo de 1911. Varios historiadores niegan esta fecha y apuestan por el origen ruso de la festividad.
Existen más contradicciones en las diversas fuentes. Se sostiene que el origen para celebrar un Día Internacional de la Mujer Trabajadora se basa en la propuesta que Clara Zetkin (1857-1933), presentó en la «II Conferencia Internacional de Mujeres Socialistas» celebrada en Copenhague en agosto de 1.910, pero basada en la celebración del ‘Women´s Day’ que las socialistas norteamericanas festejaban desde 1.908 para reivindicar el voto femenino. Clara es considerada la impulsora fundamental del Día Internacional de la Mujer. Perfectamente madura y entusiasta, a los 50 años, ayuda a organizar la Primera Conferencia Internacional de Mujeres. Fue en 1910 cuando propuso en la conferencia realizada en Copenhague que el día 8 de Marzo se estableciera como el Día Internacional de la Mujer. La propuesta fue ampliamente aprobada. Clara Zetkin fue una de las precursoras del feminismo, incansable en su lucha a favor de la paz en el mundo.
Cuando las mujeres de todos los continentes, a menudo separadas por fronteras nacionales y diferencias étnicas, lingüísticas, culturales, económicas y políticas se unen para celebrar su Día, pueden contemplar una tradición de muchos años de lucha en pro de la igualdad, la justicia, la paz y el desarrollo.
El Día Internacional de la Mujer, se celebró por primera vez en Venezuela hace 61 años, el 8 de marzo de 1944. A partir de esta fecha se conmemora en todo el país con la participación masiva de mujeres llevando sus consignas y destacando sus metas de lucha.
Este día no es para proclamar belleza, es para verlas a ellas tal como son. Por ello, las reflexiones de Víctor Hugo:
El hombre es la más elevada de las criaturas.
La mujer es la más sublime de los ideales.
Dios hizo para el hombre un trono; para la mujer un altar. El trono exalta, el altar santifica.
El hombre es el cerebro, la mujer el corazón; el cerebro fabrica la luz; el corazón produce el amor. La luz fecunda; el amor resucita.
El hombre es fuerte por la razón; la mujer es invencible por las lágrimas. La razón convence; las lágrimas conmueven.
El hombre es capaz de todos los heroísmos; la mujer de todos los martirios. El heroísmo ennoblece; el martirio sublimiza.
El hombre tiene la supremacía; la mujer la preferencia. La supremacía significa la fuerza; la preferencia respeta el derecho.
El hombre es un genio; la mujer un ángel. El genio es inmensurable; el ángel indefinible.
La aspiración del hombre es la suprema gloria. La aspiración de la mujer es la virtud extrema; la gloria hace todo lo grande; la virtud hace todo lo divino.
El hombre es un código; la mujer un evangelio. El código corrige, el evangelio perfecciona.
El hombre piensa; la mujer sueña. Pensar es tener en el cráneo una larva; soñar es tener en la frente una aureola.
El hombre es un océano; la mujer es un lago. El océano tiene la perla que adorna; el lago la poesía que deslumbra.
El hombre es el águila que vuela; la mujer es el ruiseñor que canta. Volar es dominar el espacio. Cantar es conquistar el alma.
El hombre es un templo; la mujer es el sagrario. Ante el templo nos descubrimos; ante el sagrario nos arrodillamos.
En fin: el hombre está colocado donde termina la tierra; la mujer donde comienza el cielo.