Este 8 de marzo se conmemora el Día Internacional de la Mujer Trabajadora, en reconocimiento al esfuerzo de las mujeres que en diferentes sucesos alrededor del mundo levantaron su voz por el respeto de sus derechos humanos, como ocurrió en New York cuando un grupo de luchadoras fueron asesinadas dentro de una fábrica, por exigir la reducción de la jornada laboral la cual era de 18 horas continuas.
Esta conmemoración es la ocasión perfecta para evaluar en qué condiciones se encuentra el desenvolvimiento de la mujer dentro de la sociedad, como sujeto de derecho y reproductora de valores.
El Censo Nacional de Población y Vivienda 2011 evidenció que el porcentaje de mujeres que son jefas del hogar, aumentó de 29.4% en 2001 a 40%. El estudio reveló que la edad promedio de estas mujeres es de 48 años, mientras que el 60% de los jefes de hogar son hombres, con edad promedio de 45 años.
Los datos aportados por el Censo Nacional plantean una realidad marcada por el empoderamiento de la mujer y su consolidación como trabajadora, emprendedora, brillante y decidida ante sus responsabilidades.
En este sentido, la sicóloga social y coordinadora del Observatorio de los Derechos Humanos de las Mujeres en Lara, Hisvet Fernández, ofreció de forma clara y sencilla algunas consideraciones sobre el tema.
¿Cuáles son las causas de la reducción de hogares en Venezuela? ¿Puede una mujer abordar la maternidad y a su vez, realizarse profesionalmente sin descuidar alguno de sus roles? ¿La irresponsabilidad paterna es sólo un problema social o tiene implicaciones económicas?. En las próximas líneas conozca las respuestas que ofreció la especialista.
Se rompe el mito
Hisvet Fernández inició su disertación explicando que ser mujer no es ser madre. “En la historia han intentado hacer invisible el esfuerzo de la mujer. El 8 de marzo no es un día para regalar flores, sino para hacer un balance del respeto de sus derechos humanos, cómo está la autonomía, la libertad y capacidad de decisión. Ser mujer no es ser madre. En el imaginario colectivo, la realización plena de la mujer consiste en tener hijos y eso no es cierto”.
La maternidad no es la única opción de vida de las mujeres venezolanas, y esto se demuestra en las cifras reveladas por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE), en el cual se observó una reducción en el tamaño del hogar, que a su vez se relaciona con una reducción de la fecundidad. “En Venezuela tenemos representaciones sociales donde se nos impone la maternidad como única opción para ser felices. Buena parte de las mujeres están descubriendo que cada una tiene una vocación y una opción para escoger”.
Las organizaciones de mujeres establecidas en Lara tienen sus propias estadísticas con respecto al rol de la madre dentro del hogar. “A nuestro juicio, la jefatura de la mujer se ubica en 42% aproximadamente. La mujer es el eje de la familia venezolana, y asume en buena parte de los casos la manutención, cuidados, atención e instauración de valores y principios”.
Explicó Fernández que el concepto de familia nuclear conformado por madre, padre e hijos, no siempre corresponde a una experiencia de convivencia sana. “Erróneamente se ha catalogado a las familias sin padre como un núcleo disfuncional, esto tampoco es cierto. En muchas ocasiones tenemos a los padres conviviendo juntos pero odiándose, viviendo en maltrato. Si todos los hogares sin la figura del padre fueran disfuncionales, Venezuela sería un país de enfermos”.
Crisis económica vs. Responsabilidad
El modelo de familia establecido en el país no corresponde con la realidad económica. “Pensamos que el padre debe ser el proveedor, pero la verdad es que nuestra economía no le permite a los hombres ejercer totalmente esta función por tener salarios insuficientes”.
La realidad objetiva genera frustración en el género masculino que se debate entre el cumplimiento del rol y la situación económica y laboral que vive. “80% de la población venezolana vive en pobreza. Evidentemente, las mujeres han tenido que trabajar, dejando a sus hijos, y sintiéndose incompletas por no tener al mejor partido”.
La agresividad que demuestran muchos hombres, dijo Fernández, se genera por el fracaso de no cumplir con el rol de proveedor. “Como no tienen poder económico tratan de ejercer otra manera de control”.
Esta situación aunada a la inconformidad de las mujeres, ocasionan el quiebre de muchas relaciones, promoviendo el desencuentro de la pareja y la violencia familiar, siendo este un problema de salud pública.
El ideal de conseguir al “hombre perfecto con dinero” se diluye en una Venezuela caracterizada por los bajos salarios y las dificultades para optar a un empleo. “Si rompemos el ideal puede ser que nos encontremos con los limpios que realmente quieren establecer una familia”.
Contó Fernández que es mucho más sano para un niño tener padres divorciados o separados en armonía, que un matrimonio marcado por la violencia. “El irrespeto, la agresión y la incertidumbre, son emociones que el niño o la niña no puede resolver. Quien crece en este ambiente desarrolla relaciones interpersonales no sanas, desconfianza y baja autoestima”.
En este sentido, el miedo de la mujer de no poder levantar sola a una familia tiende a romperse en Venezuela.
Al respecto, un epidemiólogo ecuatoriano de nombre Jaime Breil, explicó que en las mujeres se cumple la teoría de la triple carga.
En primer lugar tenemos la carga laboral, por lo cual la mujer cumple el rol de trabajadora fuera del hogar. El dinero por lo general es insuficiente, causándole mucho estrés.
El segundo rol es denominado mujer clase. Se trata de la disposición a reproducir los valores de la sociedad, educar en principios, determinar lo que es bueno y malo dentro del mundo en que vivimos. “Por último tenemos el rol de la reproducción. La mujer está aferrada a su maternidad, pues tiene al niño dentro de sí durante nueve meses y está apegada a su hijo hasta los dos años”.
Los datos ofrecidos por el INE demuestran que las mujeres en Venezuela tienen muchos retos que enfrentar. “Ser mujer no es otra cosa sino escoger como sujetos de derecho, la verdadera vocación para ir en busca de la felicidad”.
El reconocimiento de la diversidad es la verdadera liberación que deben perseguir las mujeres, a fin de desarrollarse plenamente dentro de su núcleo familiar, laboral y social.
Fotos: Ricardo Marapacuto/Edickson Durán
