Es común que distintos profesionales recuerden a algún texto que los cautivó durante su formación universitaria y de alguna manera les hizo amar a su profesión.
En mi caso ese rol lo tuvo el libro de Leonardo Benévolo, Historia de la Arquitectura Moderna, publicado en Italia en 1960 y en España en 1974, con cualquier número de reimpresiones y actualizaciones y que desde entonces comenzó a circular profusamente por todo el ámbito académico hispano americano y que todavía hoy sigue siendo modelo de cómoentender y estudiar la historia de la arquitectura: con un enfoque que la haga inteligible: como resultado de los más diversos factores económicos, sociales, ideológicos, materiales, de cálculo, constructivos, políticos, culturales, estéticos, sometidos todos a la influencia y condicionamientos mutuos, sin excluir anécdotas de la vida privada de los grandes arquitectos y que contribuyeron a sus obras.
Leonardo le dio continuidad a su trabajo inicial agregándole una saga de 32 nuevos títulos que trataban aspectos importantes a medida que iban apareciendo nuevos problemas que debían ser analizados. Su último libro, “El declive de la Urbanística italiana” fue publicado en el 2012 y un año antes lo fue “El destino de la ciudad”, una larga entrevista.
Leonardo logró mantenerse activo hasta sus últimos años, activo como investigador de historia, como observador de su tiempo y como proyectista. Nunca dejo de defender la importancia del conocimiento de la historia para poder intervenir en contextos urbanos y arquitectónicos intensamente historizados. En los años 80 participó en una intensa polémica en la que se discutía si se demolía o no el “Altar de la Patria”, una obra de extraordinario valor simbólico e histórico, ubicada en Roma y que tiene para los italianos el mismo valor que puede tener para nosotros el Monumento a la Batalla de Carabobo (desconozco los detalles y razones de esta polémica).
Leonardo fue un ejemplo de longevidad y vigencia profesional aun estando enfermo en los últimos dos años. Y uno no deja de preguntarse como hizo este arquitecto, que comenzó a dar clases de historia de la arquitectura en la U. de Roma a los 33 años, a acumular toda la información que se necesitaba para escribir su libro fundamental quese publicó cuando apenas tenía 37 años. Obviamente, parte importante ya había sido investigada y publicada por otros autores –y esta afirmación no implica ningún desmerito-, pero también incorporó mucho material original y esto fue posible por su condición de profesor de postgrados al que llegaban muchos estudiantes de otras partes del mundo que investigan temas que él, personalmente no podía investigar. El postgraduante se regresa a su país, levanta toda la información que necesita, y a su vuelta a la universidad, arma su tesis bajo la guía del profesor y esta pasa a ser fuente de conocimientos para otros que vienen después.
Leonardo Benévolo acaba de morir, este 5 de enero, a los 93 años. Es obvio que su legado no morirá con él.
9 de Enero del 2017