El verdadero valor de los bienes y servicios es una incertidumbre. Saber si una compra es barata o cara, es casi imposible, basado en los niveles de inflación, escasez y liquidez monetaria sin respaldo en la producción nacional.
Lo cierto es que los precios aumentan aceleradamente, incluso más rápido que los sueldo y, a pesar que desde el pasado 1 de mayo los venezolanos que gozan de sueldo mínimo comenzaron a devengar Bs. 11.558, pareciera que este aumento se queda corto ante el comportamiento del mercado.
Resulta entonces contradictorio pensar que ganando más se compra menos y que, años atrás era posible adquirir bienes como vehículos y casas, aspiraciones que en la actualidad son imposible de alcanzar, aunque sea un ciudadano estudioso y trabajador que aporta a la economía de su país.
Para comprender este comportamiento económico de fuerte impacto social, fueron consultados el presidente de la Alianza de Consumidores y Usuarios (Anauco) Roberto León Parilli, y la coordinadora del Observatorio Económico y Legislativo de Cedice-Libertad, Alicia Sepulveda, quienes coinciden en señalar que la actual complejidad en los procesos de compra es resultado de la orientación política y económica de Venezuela.
Sepúlveda sostiene que esto es así porque el modelo económico tiene como pilar fundamental: someter a la sociedad venezolana a una estructura de dependencia del Estado, bajo la falsa premisa de que es el Estado el que conoce cuáles son las necesidades de los ciudadanos.
Advirtió entonces que se ha pretendido que el Gobierno nacional sea quien decide cómo comer, cuándo y cómo producir.
Sin embargo, los ciudadanos han buscado responder a estas necesidades de manera particular, por lo que hay pequeños grupos de ciudadanos que han sacado provecho de esto, mientras que la mayoría viven procesos de penuria. Esto como resultado de la crisis inflacionaria, originada en un modelo de controles, que irrespeta la propiedad privada y donde no existe estado de derecho, porque no hay garantías de estabilidad ni seguridad en los contratos, tampoco confianza en las políticas públicas.
Esto genera un “círculo perverso” de desconfianza, incremento en los precios, falta de producción e inversión, escasez y falta de empleos estables, por lo que tampoco existe el intercambio libre que debería haber en toda economía que efectivamente se desarrolle.
León Parilli dice no ver posibilidades de cambio a corto plazo, por tratarse de muchos años de insistencia en un modelo de Estado errado.
El aumento de sueldo fue una ilusión
Sobre la cantidad de dinero que en la actualidad manejan los venezolanos y lo poco que se puede adquirir, la economista representante de Cedice-Libertar, refirió que a dicho proceso se le llama ilusión monetaria, lo que significa que esos billetes y monedas valen mucho menos que los bienes y servicios disponibles, por no tener respaldo en la producción, a pesar de la mayor capacidad de compra.
Al consultarle entonces si el reciente aumento de salario mínimo es entonces “una ilusión monetaria”, Sepulveda señaló que esto así porque dicho aumento no está articulado a un proceso productivo en el país.
Subrayó que los aumentos salariales deberían reflejar todo lo que aporta el trabajador a una empresa o economía, por tanto, al estar alejados de la proporcionalidad de bienes y servicios que se producen, y si se obligación al empresario a pagarlos, se genera igualmente un proceso inflacionario que concluye en una ilusión monetaria.
Recordó que con Bs. 20.000 o Bs. 30.000 en la actualidad ni siquiera se compra la cuarta parte de lo que se obtenía tres años atrás. De hecho el salario mínimo integral no alcanza ni siquiera para adquirir la Canasta Alimentaria Familiar, que según el Centro de Documentación de Análisis Social de la Federación Venezolana de Maestros (Cendas-FVM) fue de Bs. 106.752,72 en enero del presente año.
-Es mejor tener 2.000 bolívares y que se puedan comprar 40 bienes, a tener 30.000 bolívares y que se compren sólo 14 bienes.
Un aumento que es disminución
Contradictorio podría parecer. En opinión del presidente de Anauco, el anuncio de aumento salarial está equivocado por representar todo lo contrario a su nombre. “Eso es más bien una disminución. A pesar de que numéricamente constituye un aumento desde el punto del poder adquisitivo constituye una rebaja”.
-Anunciar paralelamente a un aumento una devaluación de la moneda, es decir que ese aumento no representará nada. Estas diciendo que el dólar preferencial para medicinas y alimentos pasa de 6,30 (bolívares) a 10 (bolívares), lo que altera la estructura de costos en rubros tan básicos como esto. Se trata entonces un decreto que aumenta también el precio de esos bienes.
Apuntó, por tanto, que el aumento del salario mínimo es inferior a la devaluación aplicada sobre la moneda.
A esto sumó que se restringió el acceso a otros bienes y servicios, por eliminarse el escalón intermedio, el de Bs/$ 12, lo que provoca que los pocos rubros que por allí eran tratados de manera legal, ya no podrán obtenerse sino a un escalón más alto, que podría ser el nivel flotante.
Al anunciar aumentos salariales con devaluación de la moneda se anuncia también una menor capacidad de compra y menor poder adquisitivo, razón por la cual no habrá un efecto positivo en la economía de los ciudadanos.
Compra a ciegas
En tal sentido, Sepulveda dijo que los venezolanos no cuentan con estructura de precios relativa ni la certeza de pagar mucho o poco por un bien, ya que frente a los actuales niveles de escasez, al encontrar el producto y contar con la capacidad de pago, se compra.
-No hay estructura de precios estable que nos permita tomar decisiones acertadas sobre el mayor beneficio… Nuestras transacciones terminan siendo a ciegas.
Situación que se puede apreciar al analizar que un carro pequeño del año 2010, cuatro años atrás costaba Bs. 130.000, monto con el cual en la actualidad no se compra un vehículo y ni siquiera un celular de última generación.
Al respecto, la representante de Cedice explicó que situaciones como esta son “resultado de la desconfianza en las políticas monetarias, de la falta de autonomía del Banco Central de Venezuela (BCV) y de un gobierno que sólo gasta, sin crear las condiciones para que haya producción”.
-Si además creas mecanismos de corrupción y de mercados negros, a través de los controles, sólo acelerarás los procesos inflacionarios.
Ambos especialistas reconocen que la adquisición de bienes y servicios en la actualidad es cada vez más compleja, debido a los históricos índices inflacionarios (2015 cerró en 180,9% según el BCV) y escasos niveles de producción, que afectan cada vez más el poder de compra del venezolano, que aunque sea profesional y trabaje, cuenta con limitadas opciones, en algunos casos nulas, para adquirir un carro, una casa o siquiera un teléfono celular de última generación.
Tanto León Parilli como Sepulveda,a seguran que el venezolano se encuentra en un proceso de pérdida aspiracional, que en algunos casos se transforma en depresión.
La igualdad del sistema como desincentivo
Sobre las mofas que refieren que el actual gobierno pretende “hacer a todos los venezolanos igualmente pobres”, Sepulveda indicó que el concepto de igualdad está basado en un precepto de “igualdad de oportunidades frente a la ley”, lo que permitiría alcanzar fines planteados, empleando medios propios en igualdad de condiciones, con base en las garantías del sistema jurídico y el Estado de Derecho.
-El tema de la igualdad sólo se debe ver en esa dirección. Hay factores que están sobreremunerados e hiperemunerados… Ese proceso de intentarnos igualar hacia abajo ha hecho que las personas se inhiban de producir, porque a pesar del esfuerzo mayor, se obtiene lo mismo que otros, lo que hace que el incentivo y la producción sean menores, llevando a la pobreza al país.
Rechazó que entonces se “imponga la igualdad por encima del individuo”.
Lamentable realidad
“Una de las grandes aspiraciones del ser humanos y de las familias, como base de la sociedad, después de la salud y la vida, es la vivienda, como núcleo fundamental. Si para adquirir una vivienda se requieren 200 años de trabajo, el venezolano pierde sus aspiraciones”, comentó el presidente de Anauco, quien calificó esta como una lamentable realidad que motiva al ciudadano “a pedir un cambio inmediato en las políticas públicas y económicas”.
Comenta que el propósito es que se produzcan medios que permitan “rescatar, en el mediano y largo plazo, las aspiraciones del venezolano, para formar un país donde haya abastecimiento, se controle la inflación y la persona que trabaja y se esfuerza puede llegar a tener una vivienda, un carro o a sus hijos en las mejores casas de estudio”.