Los viejos habitantes de Santa Rosa, y también los nuevos, se muestran complacidos cuando al inicio de cada año la población se convierte en el destino de millares de personas procedentes de diferentes lugares, no sólo larenses sino también de otras entidades, quienes acuden a agradecer o pedir favores a la Divina Pastora.
Eso obliga a los organismos municipales, regionales y hasta nacionales, a llevar a cabo obras destinadas a embellecer el poblado, al menos el casco central, donde se encuentra el hogar de la imagen milagrosa, la plaza Bolívar, la jefatura civil, el museo religioso y otros sitios de atención al público.
“Pero Santa Rosa no es solamente el centro; Santa Rosa es todo el pueblo abajo, en las orillas del río, toda la parroquia, que debe tener unos cien mil habitantes”, dice Oscar Arenas, pintor, escultor y como afirma orgulloso, “nacido hace 72 años y criado cerca de la iglesia, cuando las calles eran de tierra”.
Recuerda plenamente que, además de lo que llaman Pueblo Arriba (centro), la parroquia comprende los sectores de La Lagunita, Santa Elena, Las Delicias, La Cañada, El Turbio, Cardonal, Los Naranjillos, Pueblo Abajo, Yacural, Alto de Las Flores, Las Casitas y Monte Real.
Igualmente guarda en su memoria las fiestas religiosas de antes, cuando se celebraban entre el 30 de agosto y el 8 de septiembre, en honor a Santa
Rosa de Lima.
“Eran ocho días con misas, procesiones, y también toros coleados, bailes, carrusel y se elegía una reina de las festividades”, refiere.
Recuerda que los toros coleados se hacían en la calle, o callejones, porque no había manga, y se destacaban coleadores como Juan Canelón, “Piñita”, los hermanos Leal, Pedro Torrellas y otros.
Después se cambió la fiesta para el 14 de enero por la visita de la Divina Pastora a Barquisimeto.
Dice que cada 14 de enero les queda la nostalgia al ver partir la imagen por unos cuantos días, pero les alegra la oportunidad porque muchos habitantes se benefician vendiendo artesanía, comidas, bebidas y de todo a los turistas.
“Cuando se va la Virgen el pueblo queda desolado; no se acuerdan mucho de nosotros y algunas obras iniciadas no las continúan hasta el próximo año”,señala.
Insiste en que Santa Rosa merece más atención, no sólo en el centro sino en sus 14 sectores parroquiales.
Oscar Arenas se pone nostálgico al hablar de la paralización de dos obras emblemáticas para la población, como es el mirador, cuyo proyecto original, de cuando Henri Falcón era el alcalde, tenía, además del sitio para contemplar el Valle del Turbio, una cancha deportiva y un teleférico que llevaría a las personas hasta El Manzano.
“Eso lo cambiaron todo y ahora no hacen nada, a pesar de ser una obra que sería un atractivo turístico para Santa Rosa todo el año”, expresa.
La otra sería el liceo, cuya construcción se inició hace más de diez años pero la paralizaron y ni el ministerio de Educación a través de FEDE ni otro organismo se ha preocupado en reactivarla.
Con él coincide el profesor Oscar Viloria, quien, a pesar de no haber nacido en Santa Rosa, se considera otro santarroseño nato, pues lo trajeron muy niño y allí ejerció siempre la docencia, hasta su justa jubilación.
Señala que su progenitora, Hermelinda Viloria, se mudó a Santa Rosa cuando él tenía solo cuatro años y allí se quedó, impartiendo sus enseñanzas a los niños y adolescentes.
Llama la atención del Gobierno nacional para que se reactive la construcción del liceo, la que estaba bien adelantada cuando la paralizaron y actualmente está invadida.
Explica que con el liceo se beneficiarían miles de niños y adolescentes que en la actualidad, cuando salen de la primaria, o dejan de estudiar o deben hacer muchos sacrificios para hacerlo en Barquisimeto o Cabudare, con los riesgos y gastos que eso representa.
“Santa Rosa tiene población suficiente para que se le construya su liceo que permita a todos esos muchachos que salen de la primaria seguir sus estudios aquí, sin tener que irse a otros lugares”, arfirma el profesor Viloria.
Como católico y mariano también le dominará la nostalgia cuando este sábado la imagen de la Divina Pastora se ausente durante unos tres meses del pueblo para visitar otras parroquias de la capital larense.
Los dos Oscar coinciden en llamar la atención a los gobiernos, municipal, regional y nacional para que Santa Rosa sea atendida a plenitud, no solo el centro, que debe mantenerse embellecido para los visitantes.
Les preocupan las filtraciones de agua, blancas y servidas, frecuentes en calles y callejones, que no son atendidas con la prontitud necesaria cuando los afectados las denuncian.
“Cuando se acerca el 14 de enero uno puede ver aquí cuadrillas de diferentes organismos tapando huecos, pintando aceras, limpiando la plaza y muchos funcionarios brindando seguridad; ojalá eso fuera siempre para que Santa Rosa no tuviera problemas de servicios públicos”, añade Oscar Arenas.
Pero quienes desde el pasado fin de semana comenzaron a visitar la parroquia, previo a la visita 161 de la Divina Pastora a Barquisimeto, se han percatado del incremento del movimiento de vendedores informales que, afortunadamente, han sido ubicados fuera de los alrededores inmediatos a la plaza y la iglesia, restringiendo también en gran parte el ingreso de vehículos y por ende el congestionamiento en el casco central.
Igualmente la multiplicación de funcionarios de los diferentres organismos encargados de la seguridad para impedir la acción de desadaptados que aprovechan las aglomeraciones de personas para cometer sus fechorías.
Pero el domingo, la tranquilidad retornará a Santa Rosa, cuyos habitantes volverán a sus labores habituales, deseando que la imagen milagrosa lleve esperanzas a quienes les acompañarán en su peregrinar por las otras parroquias del municipio Iribarren.