Nuestros médicos se van para “salvar su vida”

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Luego de tanta dedicación para conseguir un promedio de 20 puntos y con la emoción de haber sido seleccionado entre unos pocos para estudiar la profesión de sus sueños y encaminarse, ahora sí, hacia un futuro lleno de éxitos, el duro impacto con la realidad los despierta: ejercer la medicina en Venezuela es un desafío mucho más denso que “comerse” libros de dos mil páginas.

Atrás, muy lejos, quedan los sueños de posicionarse económicamente, comprar un carro, una vivienda y tener la suficiente calidad de vida para formar una familia. Los médicos, como el resto de profesionales del país, trabajan para comer.

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Y eso no es un futuro atractivo ni encantador para ningún joven venezolano, por eso toman impulso y se marchan hacia el extranjero, en búsqueda de aquello que su país un día tenía, pero hoy les debe.

“Ningún médico graduado en estos tiempos, tiene las mismas expectativas sobre su calidad de vida que al inicio de la carrera, es más, hace mucho tiempo nos dimos cuenta que no todo era como lo soñábamos pero aún así continuamos por amor y por vocación” dice Karen Parra, presidenta del Centro de Estudiantes del Decanato de Ciencias de la Salud de la UCLA.

De los 97 estudiantes de su promoción, la número 70 de la UCLA, al menos 30% planea dejar el país apenas tenga el título en mano.

España, Chile, Colombia, Argentina, Perú y Ecuador reciben con los brazos abiertos a los médicos venezolanos. No significa que sea fácil para quienes deciden irse, pero “los médicos venezolanos son muy bien vistos por la calidad de su preparación, especialmente los graduados en la UCLA, donde la carrera dura seis años y medio, aunque con la cantidad de paros y retrasos, incluso puede durar ocho años”.

Para ejercer la profesión de la medicina en el exterior, los médicos primero deben revalidar su título de acuerdo a las leyes de aquel país, en algunos casos una prueba basta, en otros, hay trámites más engorrosos.

Ruy Medina, director de Salud del estado Lara, coincide con la opinión de la estudiante del último año de medicina, “los médicos venezolanos somos extraordinarios trabajadores, somos bien recibidos y en el exterior nos ofrecen trabajo sin mayores complicaciones”.
Aún así no todos tienen las posibilidades de emigrar. Por ejemplo, en Venezuela los profesionales que cursan posgrado son pagados por el Estado para que cumplan con su especilización, en cambio en Colombia, los posgrados son extremadamente costosos.

Pese a esta significativa direferencia, las especializaciones que ofrece la UCLA ya no son tan demandadas como en otros tiempos. Antes, los egresados como médicos generales concursaban para optar por un cupo para hacer su posgrado, ahora los cupos en medicina interna, ginecobstetricia, pediatría y otorrinolagingología, apenas alcanzan el número suficiente de estudiantes.

Según la Federación Médica Venezolana (FMV) alrededor de 12 mil profesionales de la salud han emigrado en los últimos tiempos. El Colegio de Médicos del estado Lara maneja que al menos mil son barquisimetanos.

Elías Mubayed, presidente de esta institución, manifiesta que la inseguridad permanente en los centros asistenciales, las deficiencias en las infraestructuras hospitalarias y en mayor medida, la imposibilidad de atender a un paciente por la falta de insumos, son otros de los factores que convencen a los profesionales de emigrar.

A esto se le suma que el Gobierno gradúa una cantidad de médicos cuya preparación “es muy alejada a la que se imparte en las universidades” e incluso asume preferencias por estos profesionales.

Alta demanda

Pese a esta realidad, la carrera de medicina sigue siendo la más demandada por los bachilleres.

Sólo con un promedio de 19 o 20 se puede optar por uno de los 100 cupos que la UCLA oferta cada semestre. La Oficina de Planificación del Sector Universitario (Opsu) es la única encargada de las asignaciones.

Ruy Medina admite que cuesta mucho trabajo ser aceptado en la universidad, se requiere verdadera vocación, pero además sostiene que las universidades tampoco se desarrollaron en proporción al número de bachilleres que anualmente se gradúan en el país, entonces persisten las fallas de infraestructuras y providencias estudiantiles (becas, comedor y transporte).

Estas providencias son neta responsabilidad del Estado. “Yo dudo que los ministros y en particular la de salud, tenga verdaderamente conocimiento de qué es lo que están manejando, no están claros de cómo se administra un país y el fracaso es indiscutible”.

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