Decapitan y extraen órganos a un reo por un plato de comida

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Comerse  la comida  ajena en prisión es un atrevimiento que se paga con la vida. Carlos Luis Valera Aguilar, un  reo  del  Centro de Coordinación Policial (CCP) Unión fue la prueba de esta “ley”  que rige en los centros de reclusión.  Ayer, lo decapitaron y le abrieron el estómago para extraerle los órganos, según una versión extraoficial, por  haber hurtado el almuerzo de otro prisionero.

A las 9 de la mañana, cuando los funcionarios hicieron el conteo diario de los reclusos estaban todos, salvo dos presos que actualmente están en el Hospital Central Universitario Antonio María Pineda por motivos de salud. Había en total 45 en el área de población general, donde permanecía Valera, y 13 en la de aislamiento.  Por eso, se presume que fue  después del mediodía cuando las manos  criminales  lo  degollaron.

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De acuerdo con  los códigos  carcelarios aquel que robe los alimentos de otro compañero de celda es un “batanero” y por esa acción merece  la muerte. En los calabozos del CCP de barrio Unión  o “El Infierno”, como  lo llaman quienes conocen  sobre la vida carcelaria en ese recinto, a juzgar por el hecho de ayer, los  problemas internos se castigan sin  piedad.

Antes o después de  cortarle la cabeza, los victimarios  clavaron un arma  blanca varias veces  en el estómago de Valera abriéndole  heridas pequeñas y otra  larga por donde extrajeron  parte de las vísceras. Luego, procedieron a cortarlas y con cada trozo coronaron varios platos de pasta para  dárselos al resto de los reos como una  advertencia  de que aquel que se ose repetir la conducta de Valera acabará de la misma forma.

Por otro lado, el director de Polilara, Luis Rodríguez, dijo   que la muerte de Valera fue el resultado de una disputa por el poder entre los reclusos.

Para apoyar las investigaciones del caso se asignó al fiscal Addy Salcedo de la Fiscalía Décimo  Tercera del Ministerio  Público  (MP) con competencia en Protección de Derechos Fundamentales.

 

Preso  por robo y extorsión

El  fallecido estaba  arrestado en los calabozos del CCP  Unión desde  hace más de un año por, presuntamente, haberse robado una moto. Lo atraparon  funcionarios de la Policía del estado Lara  porque cuando  cometió el delito lo hizo sin saber  manejar el  vehículo y,  por ende, se le complicó la huida.

En  2014, de acuerdo con una nota de prensa de Polilara,  oficiales del CCP Jiménez detuvieron a Valera junto con un adolescente cuando ambos  sometían a una familia dentro de una vivienda para robarlos. En ese momento, ninguno tenía  registros  policiales y el caso quedó a cargo de la Fiscalía Cuarta del MP.

Ese mismo  año, le levantaron una boleta de privativa de libertad para cumplir la pena en la cárcel de Guanare por  extorsión, asociación para delinquir, porte ilícito de arma de fuego, uso de un menor de edad para delinquir, robo agravado de vehículo y lesiones personales.

Antes de involucrarse con el delito Valera, nativo de  Quíbor, estudió Administración, según datos no oficiales que se conocieron acerca del occiso.

 

Parientes preocupados

Ayer, en la brevedad de unas  horas las familias de los  prisioneros se enteraron de la muerte de Valera y, asustados, se trasladaron hasta la comandancia  para verificar que ninguno de los  suyos hubiese sufrido daños. Sin embargo, pasadas  las  3 de la tarde no tenían información concreta  sobre el estado del resto  de los reos.

Entre los parientes se comentaba  que se iniciaría una requisa dentro de los calabozos y  el traslado  de  reos a otros  recintos, sobre  todo, porque el sábado, supuestamente,  se presentó  una situación  irregular donde  varios detenidos  resultaron heridos por arma blanca.

 

Cinco degollados en centros de reclusión

Con el asesinato en el  CCP de barrio Unión asciende a cinco  la cantidad  de reos muertos en las mismas circunstancias, en 2016.

El primer caso  ocurrió en el Centro  Socioeducativo  Pablo Herrera  Campins,  popularmente llamado  retén El  Manzano, el  21 de marzo.  Ese  día,  la víctima fue  un adolescente de 17 años a quien degollaron  durante  una reyerta iniciada por los detenidos para pedir traslados. También, se  comentó que el menor era señalado como  el delator  que pasaba datos a las autoridades  y por eso  lo mataron con ensañamiento.

Sin haber transcurrido un  mes, ultimaron  a otro recluso. El  12 de abril, decapitaron  a un muchacho de 15 años en el sector B del mismo centro de reclusión, aparentemente, por  filtrar  información a los organismos de seguridad.

Luego, sucedió en la Comandancia General de la Policía del Estado Lara, el 11 de septiembre,  cuando  le cortaron la garganta  a los presos Edinson José Chirinos Chirinos (25) y Miguel Ángel Gutiérrez Catarí (20).  En ese momento, surgió como motivo  del hecho que las víctimas  cedían información sobre la vida de los presos a la policía  y por eso,  otro compañero  apodado El Gordo  ordenó la ejecución. También, se comentó que  los asesinaron por  haberse comido el alimento ajeno.

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