Esta es una expresión que oigo con frecuencia y quien la dice no se da cuenta que en el tiempo que le lleva decir la frase, en el mundo aparecen un montón de cosas nuevas de las que ni se entera.
Lo nuevo suele ser, frecuentemente, evolución de lo viejo, por mejoras, recombinaciones, agregados y reajustes: casi cada cosa que vemos a nuestro alrededor tiene un precedente. Pero en algún momento, la secuencia evolutiva se interrumpe y da un salto a un concepto totalmente nuevo que, a su vez, comienza a evolucionar hacia algo diferente, un proceso que parece no tener fin.
En importante distinguir entre inventos y descubrimientos. Los descubrimientos se refieren a fenómenos que ya existen en la naturaleza, como a las leyes que los regulan, pero de los que desconocíamos su existencia. Y sin duda que aún queda mucho por descubrir.
Los inventos, en cambio, son de origen humano, pertenecen al campo de lo tecnológico, a la aplicación práctica de las leyes científicas. Los inventos surgen del uso novedoso de leyes que ya se conocían. Por ejemplo, el descubrimiento de la electricidad permitió el desarrollo del motor eléctrico que no ha hecho sino evolucionar, pero las leyes eléctricas que gobernaron al primer motor y las que gobiernan a los más actuales siguen siendo las mismas. Los inventos continuaran justamente a medida que más y más personas se dediquen a producirlos. De hecho el número de patentes industriales y tecnológicas no hace sino crecer, de modo que no es verdad que ya todo está inventado.
Otro tanto ocurre en el campo social, en la organización de la sociedad. Aún quedan muchas leyes por descubrir, y mucho para inventar y probar nuevas formas de organización social.
Decía Jean Paul Sartre que el Hombre es, antes que nada, un proyecto, que el hombre y la sociedad no son otra cosa que aquello que el mismo se hace. La sociedad misma es un artefacto que se está modificando continuamente, una obra que, por ensayo y error, a tientas, a trancas y barrancas, evoluciona hacia otras formas a medida que las presentes muestran sus insuficiencias: la historia refleja esos cambios y no dudo que vamos, poco a poco y a pesar de retrocesos terribles, hacia sociedades más libertarias, más justas, más democráticas y más solidarias.
Las formas de sociedad que tenemos no son perfectas, pero son perfectibles si las sometemos a continuos escrutinios, siempre y cuando no se persiga la disidencia y haya suficiente libertad de opinión. El socialismo que quieren imponernos pertenece más a formas históricas ya desechadas. Por ignorar la historia, nos están imponiendo lo peor, lo fracasado.
