Para recordar: “Y díjole Dios: Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? (Luc.12:17).
Se cuenta que un hombre, algo tacaño, lo encontraron rayando contra el piso una moneda de cinco bolívares; lo que se denominaba un fuerte. Al “agarrado” caballero le preguntaron ¿Qué estás haciendo ahí, con esa moneda? Y contestó: “Gastando la plata”. Muy aplicable, cuando las monedas eran de plata y el dinero valía de verdad.
Quizá esta no sea la forma de gastar el peculio, pero pudiéramos terminar rayando nuestras monedas contra el piso, porque el dinero no alcanza para cubrir nuestras necesidades.
Hoy, el metal usado es el níquel. Y se necesita mucho papel moneda, para cualquier pago, por los precios en que se encuentran las cosas. Tal vez, por ello Rosmir S., (2015) señala la opinión de un especialista quien “afirma que se requiere de un billete de mayor denominación…‘por lo menos de’ Bs. 500, incluso, Bs. 1.000” (EL IMPULSO, 11/08/15, p. A6).
Pero, por la hiperinflación, los billetes de alta denominación se quedarían cortos. Por esto y otros aspectos, hay asesores financieros, señalando que: “Dolarizar sí es viable” (Guillermo García, www.eluniversal.com/310515).
Casi todo, en nuestro país, se calcula o se vende con respecto al dólar. Daremos un ejemplo: 1) Un extranjero con sueldo mínimo de mil dólares y si no gastara en nada, pudiera comprar un vehículo por un valor de seis mil dólares, en seis meses.
2) Actualmente, en Venezuela, el sueldo mínimo es de Bs 7.421; llevado a dólares, tomando 190 bolívares como referencia de SIMADI, se convierte en 39 dólares ($ 39) ¡Que diferencia de salario mínimo!
3) En Venezuela, tardaríamos unos 13 años en comprar tal vehículo y si esos $ 6 mil, los convertimos a bolívares 190, daría Bs 1.140.000 (Un millón ciento cuarenta mil) Así es imposible compara un bien.
4) Para comprar un vehículo, una casa u otro objeto, a ese precio, en seis meses, si no gastáramos en más nada, deberíamos tener un salario, en Venezuela, de Bs 190.000. Y ese tipo de bienes, en trece años, no mantendrían el precio y numerosos se están enriqueciendo por esta situación.
Segundo ejemplo: Un extranjero con un sueldo de $ 1000, puede almorzar con 10 dólares que es el 1% y acá un almuerzo cuesta Bs 700, con nuestro salario mínimo, es el 10% ¡Bastante triste!
No estamos promoviendo, ni la codicia, ni la avaricia, y rechazamos la especulación. Por ello, cuando Jesús dijo: “…Necio, esta noche vuelven a pedir tu alma; y lo que has prevenido, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico en Dios.» (Luc.12:16-21.)
White, E., señala: “La duración y felicidad de la vida no consiste en la cantidad de nuestras posesiones terrenales… Este rico insensato… vivía solamente para sí. Se extralimitó en los negocios, obtuvo ganancias ilícitas y no practicó la misericordia, ni el amor de Dios” (DTG, cap. 77).
La Biblia o Jesús, no condenan ser rico. El gastar la plata o acumularla sin ningún propósito de estar a cuentas con Dios y el prójimo, es colocar nuestra confianza en nuestros tesoros terrenales (ver Salmo 62:10). Y el mismo Cristo, que refirió la parábola de este hombre rico, es el mismo que nos juzgará a todos.
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