Ventana abierta – La abdicación de un rey

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Para recordar: “Haya, pues, en vosotros este sentir que hubo también en Cristo Jesús, el cual, siendo en forma de Dios, no estimó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse, sino que se despojó así mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres” (Filipenses 2: 5-7).
Según wikipeidia.es, “Abdicación… es el acto según el cual una persona renuncia y cede por sí misma su cargo antes de que expire el tiempo para el cual se tomó el mismo”.
Entre algunas abdicaciones encontramos: La del emperador Diocleciano (305 d.C.); Eduardo VIII (Reino unido, 1936); y otras más. Pero la última, bastante polémica, es la del rey Juan Carlos de Borbón (Juan Carlos I), quien sonó en nuestro país, por mandar a callar al fallecido presidente Chávez.
Según este Diario, EL IMPULSO, titula: “Oposición (política de España) rechaza protección para Juan Carlos I”. Dicho rey, aparentemente tiene que responder ante algunos hechos con la justicia, o de orden moral, y esto lo hizo decir: “A mí no me juzga un juez Castro, porque a pesar que he abdicado, yo soy el rey emérito y la familia real solo responde ante el Tribunal Supremo y ante Dios” (25/06/14, p.B7).
Aunque Juan Carlos I, duró como rey unos 40 años, abdicó y promovió a la jefatura del Estado a su hijo Felipe VI, quien fuera proclamado el 19 de junio, del año en curso.
La diferencia entre Cristo y los reyes terrenales, es que los últimos, al abdicar, pierden la corona para siempre; en cambio Cristo, volvió al cielo coronado nuevamente como Rey, Sacerdote y Salvador.
Por ello, el sustantivo Rey, en nuestro título, lo escribimos con “R” mayúscula, porque nos referimos a Jesucristo, quien siendo Dios, se humanó para poder salvar a la raza humana.
Vino del cielo, para conocer nuestras debilidades, para entendernos, motivarnos a cambiar, perdonarnos y ofrecernos salvación (Hebreos 4:15). La semana pasada (25/06/14, p.A4), en este prestigios Diario, nos referimos a Jesús como Miguel, quien batalló contra Satanás y lo echó del cielo; al venir a la tierra; lo venció en cruz (profetizado en Génesis 3:15). Éste éxito nos enseña que también podemos vencer.
A pesar de tal estatus, Jesús, nunca uso el poder de haber sido Rey, o Dios, para triunfar; aunque el mismo, con humildad, se había declarado Rey (Mateo 27:11; Juan 8:58; Isaías 43:3-15), pero abdicó tan solo por nosotros.
El profeta Juan, fue ilustrado para llamar a Cristo: “Rey de Reyes y Señor de Señores” (Apocalipsis 19:16) porque así lo vio escrito. El apóstol Pablo dijo: “… a su tiempo mostrará Dios (Padre), bendito y único Soberano, Rey de reyes y Señor de señores” (1ª Timoteo: 6:15). Evidentemente, acá está hablando de Jesucristo.
Tal vez, por todo lo anterior, nos cuesta comprender ¿Por qué Jesús tuvo que abdicar siendo un Rey eterno? ¿Por qué algunos reyes o gobernantes y hasta nosotros y  perdonen la expresión, no siendo nada nos sentimos dioses? Por su parte, Cristo, aun siendo Dios se humilló, y era el único capaz de pagar la gran deuda del pecado, tal como lo reseña Isaías 53.
Mucho antes de venir Jesús, su Padre aceptó el sacrificio (1ª Pedro: 1:20; Juan 3:16) y aceptó que Jesús se hiciera humano; muriera por nosotros; lo resucito y dentro de “poco” viene como Rey, triunfante, con sus ángeles (Mateo 25:31) para ofrecernos una Patria mejor (Apocalipsis 21:9,10).

www.ventanabiertalmundo.jimdo.com

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