Para recordar: “…y la joven era de hermosa figura y de buen parecer” (Esther 2:7)
No es fácil hablar de concursos de belleza, porque en todas partes hay mujeres hermosas. En numerosos hogares desfilan, como las más bellas: Las madres, hijas, novias, esposas, y hasta las que son preciosas de corazón.
Entre los concursos más importantes del mundo está “Miss Universo” y Venezuela ha ganado varios tronos. Este año le correspondió a miss Colombia, Paulina Vega ¡Felicitaciones!
Según la es.wikipedia.com, valoran: “La belleza integral, elegancia, inteligencia, personalidad, el porte, la pose y la seguridad de las candidatas, provenientes de diferentes países del mundo”.
Estamos próximos al carnaval 2015 y también se selecciona una reina en cada sitio. En cualquier concurso, lamentablemente se gasta excesiva cantidad de dinero y está presente la vanidad, ostentación, hasta rayar en la lascivia, que son conductas, según la Biblia, donde Dios no está de acuerdo con eso; tanto así, el carnaval es una fiesta pagana dedicada al “Rey Momo”.
Algunos afirman que los concursos de belleza iniciaron en 1920, pero con la Biblia vamos más atrás.
La Sagrada Escritura menciona lindas mujeres, iniciando con Eva (ver Génesis 2:22; 6:2; 24:16; Job 42:15). Y según la Escritura, Esther “era de hermosa figura y de buen parecer”, ganó el primer concurso de belleza y se convirtió en la primera y única reina hebrea.
La fecha de la que hablamos, corresponde a los años del rey Asuero (Jerjes), unos 479 a.C.; gobernante de 127 provincias, entre ellos los Medos y persas; cuya capital estaba en Susa. Actualmente, ese sitio se conoce como “Sush”, ciudad antigua iraní, a unos 160 km del golfo Pérsico.
En ese tiempo, el rey realizó un gran banquete (invitados, gula, libación, vanidad) y quiso que su esposa, la reina Vasti, quien era muy bella (Esther 1:11), se expusiera ante tantos príncipes invitados. Pero Vasti se rehusó, tal vez por pudor y por tal negación perdió la corona. Presuntamente, estaba protegiendo al propio rey.
Asuero, se enojó porque ella no obedeció y estableció un decreto: Que todas las esposas “honraran a sus esposos” y ellos fueran reconocidos como “señores de su casa” (Esther 1:20-22).
El rey llamó a concurso, para elegir la nueva reina entre todas las provincias y Esther ganó el desafío. Ella, fue la autora de la frase: “Si perezco que perezca”, porque enfrentó al rey Asuero; ya que Esther y su pueblo hebreo, guardaban la Ley de Dios y por tal obediencia estaban a punto de ser ejecutados.
Por la situación planteada, ningún hebreo (algo vigente hasta hoy) debía arrodillarse, ni humillarse ante un rey, objeto, u otro ser humano (Esther 3:2); violando la Ley de Dios que nos prohíbe claramente adorar, honrar a personas, figuras, sean de hombres, animales o astros, como lo hacemos con Dios (Éxodo 20:4,5).
Aunque en los concursos, valoren aspectos muy importantes de la mujer, Dios aprecia algo más: El corazón, la valentía e integridad, para colocarse de su lado.
Es lastimero que hasta hoy, haya tantas personas inclinándose ante objetos inanimados, u otros seres humanos, hasta por unas migajas de pan.
Allí fue donde la valiente Esther, le dijo la famosa frase al rey, a expensas de morir, pero prefirió la Corona de la vida, que muy pronto la entregará nuestro Señor Jesucristo (Apocalipsis 2:10).
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