Nuestra sociedad está pasando por una terrible crisis existencial debido al proceder errático de este desgobierno que nos ha oprimido durante estos largos y tenebrosos quince años nuestra sociedad que, otrora religiosa, respetuosa, humanitaria y trabajadora, se transformó de la noche a la mañana en un cuerpo amorfo, mostrando una horrible descomposición social, económica y política.
Lentamente nos hemos convertido en pobres, no sólo de bienes materiales sino también de valores morales y espirituales. La delincuencia desbordada, el uso y tráfico de drogas, el desdén hacia el trabajo honesto, minan peligrosamente el alma de nuestro pueblo. Los asesinatos, el robo y los secuestros que suceden a diario lo confirman, al extremo de que los reportes diarios de muertes violentas superan a los de los países en guerra.
En cuanto a lo económico vivimos en un infierno propio de la comedia de Dante. Las clases alta y media desaparecen a paso acelerado. A los más humildes los arropó el caos, pero se las ingenian para sobrevivir. Se han convertido en charleros, buhoneros y mendigos. A los más pobres en valores morales los arrastro el tsunami del sicariato, el crimen organizado y el tráfico de drogas ilegales, en tanto el gobierno asesorado por los oscuros personajes de la isla de la felicidad suprema se hace el loco.
Ellos son los únicos responsables de esta horrible situación que está arruinando a la nación. Ellos crearon este infierno para dominarnos con facilidad, haciéndose los indiferentes contribuyen a propagar la delincuencia y el atraso cultural y económico. Convirtieron las cárceles en universidades del delito y el crimen organizado. Allí no mandan las autoridades. Allí mandan los pranes, semidioses del delito y la impunidad, porque los dioses de esos mundos están enchufados en las altas esferas. Amanecerá y veremos. Hay un camino.
