Venezolanos están sumidos en una desesperanza aprendida

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Para el ser humano, adulto o niño, la muerte es incomprensible, tanto en el aspecto cognitivo como afectivo, explicó la psicóloga Lara Márquez, al ser consultada sobre la sensación de tristeza, vacío o conmoción que pudo causar el fallecimiento del Presidente Hugo Chávez Frías.

“El adulto no entiende la muerte, ni acepta que dejará de ver a esa persona para siempre, esté de acuerdo o no con los actos de esa persona. Aunque no haya sido un familiar cercano, fue alguien que influenció en la vida de todos los venezolanos porque sus decisiones nos afectaban a todos”, explicó Márquez.

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Asimismo, mencionó que toda muerte conecta al ser humano con su propia mortalidad, y aunque algunos digan que no le tienen fobia a la muerte, sí existe el miedo, sobre todo por el desconocimiento de lo que pasará.

“Nos cuesta mucho aceptar que somos efímeros”, recalcó Márquez.

Señaló que asociamos la muerte con incapacidad porque ya después de morir no se puede realizar ninguna actividad o cumplir alguna meta.

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“También pensamos en la soledad, porque quien muere no se puede interrelacionar con nadie, ni hacer nada”, reiteró la psicóloga.

Desesperanza

Lara Márquez habló de la “de-sesperanza aprendida”, un estado de fantasía, durante el cual aunque luche o batalle no logrará satisfacer sus necesidades.

“Es una sensación de entrega, donde no importa lo que pase, simplemente no me defenderé, de manera que la persona puede enfermarse. Una de las enfermedades que produce esa sensación de batalla imposible de ganar es el cáncer”, explicó Márquez.

Los estudios establecen que existe un trastorno depresivo mayor cuando la persona tiene más de dos meses con displacer, sentimientos de culpa, incapacidad para disfrutar las actividades diarias, poca energía, trastornos en el sueño y apetito, así como una disminución de la líbido.

Llorar es necesario

Lara Márquez explicó que el duelo tiene varias etapas.

“Lo principal que debemos hacer es llorar, no sólo cuando ocurre una pérdida de un ser querido, sino también cuando existe una ruptura de pareja, fin de una relación laboral. Es una etapa que debe ocurrir, pero no extenderse a pasar toda una vida llorando”, alertó Márquez.

Después de vivir el dolor, que puede suceder entre dos meses y un año, la persona debe retomar su vida, disfrute y sentido del humor.

“Debe existir una reflexión. Recordar que estamos vivos y debemos seguir adelante, y para ello poder tomar esa pérdida como un impulso para darle mayor a la vida, y valorar cada segundo de ella”, dijo.

Una pérdida sirve para recordar la fragilidad de la vida y para darse cuenta de que cada persona está de paso, por lo cual deben preocuparse por hacer las actividades que los hagan felices, cuidar su entorno y procurar el bien común.
“De forma progresiva, cada persona podrá retomar sus riendas del presente y futuro”, agregó.

De otra manera, debe acudir a un especialista para que le proporcione ayuda psicológica y apoyo emocional para salir de la depresión instalada.

Fotos: Archivo/Elías Rodríguez

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