Unidad democrática – Joel Rodríguez Ramos

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Ver transcurrir los días venezolanos me despierta mucha angustia. Pensé utilizar una palabra menos negativa, pero no, esa es la palabra. Me angustia Venezuela, su porvenir a corto y largo plazo. El rumbo trazado por el régimen, no es que sea equivocado, es trágico, dramático, perverso. En Venezuela hace más de dieciséis años no se planifica. Ya no existen los planes de la nación. El país es una nave a la deriva, sin norte, sin objetivo. Por eso los problemas se agravan.

La población crece y los servicios son los mismos de hace 15, 20 ó 30 años. Las autopistas o carreteras son las mismas de cuando ejercía la presidencia Rafael Caldera la primera vez, o Carlos Andrés Pérez también la primera vez, por eso es creciente el mal estado de todo el sistema vial con las consecuencias lamentables de accidentes y pérdidas de vidas de venezolanos útiles. Los aeropuertos también son los mismos de hace más de veinte años. Las universidades no reciben apoyo financiero y de estructuras físicas para atender una población estudiantil cada vez mayor ni para los programas de investigación tan necesarios al país, con la advertencia de que la investigación constituye una verdadera fuente de liberación nacional. La inseguridad creciendo e indetenible.La inflación, la escasez y la devaluación son realidades que golpean a los venezolanos.

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El quiebre de las instituciones, la violación de los derechos humanos, manifestada en forma lacerante en todos los casos de presos políticos como Leopoldo López, los alcaldes Scarano y Ceballos y los estudiantes y demás personas injustamente detenidas por solamente protestar. La corrupción cada vez más descarada y vergonzosa, el peculado de uso acerca del cual ya nadie se hace eco porque es casi como normal, manifestado en forma grosera en el caso reciente de Jaua, su niñera, su arma escondida y el avión de Pdvsa y la Fiscal ni pestañea. No hay libertad de expresión, son escasos los medios que se mantienen leales a sus principios y firmes en sus convicciones, la gran mayoría de esos medios leales a la libertad, son medios escritos como EL IMPULSO y otros importantes de la capital de la República. Muy pocos medios audiovisuales continúan libres y sin autocensura.

Frente ante todo ese archiconocido panorama, la sociedad democrática no tiene otra alternativa que unirse sólida y anímicamente. No es hora de aspiraciones y estrategias personales. Es hora del desprendimiento y la unidad real y sincera de todas las fuerzas y personalidades democráticas. Es un imperativo político y patriótico, más que eso, es un imperativo ético. Quien no lo entienda y trabaje al contrario de ese propósito, le está haciendo tanto daño al país como quienes hoy lo mal conducen. El espíritu del 23 de enero, fue un acuerdo patriótico y unitario de gobernabilidad, es la hora de la reedición de una unidad similar.

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