Una cruel paradoja – infocracia

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Cuando uno cree que ya ha visto y escuchado todos los exabruptos posibles el chavismo produce otro, como para que no se pierda la capacidad de asombro. El general Miguel Rodríguez Torres, a cargo del ministerio del Interior y Justicia, ha sido galardonado con el premio Aníbal Nazoa de periodismo como comunicador del año “por decir la verdad” acerca de lo ocurrido en el país durante las protestas que se iniciaran el pasado 12 de febrero.
El premio se le dio gracias al Movimiento por el Periodismo Necesario, pero en realidad otorgárselo al general es, en verdad, la propia negación del periodismo.
Un nota, un largo paréntesis, para explicar quién fue Aníbal Nazoa que tal vez ayude a explicar por sí misma la indignación que produce que un galardón con el nombre de este intelectual venezolano termine siendo colocado en el pecho de un militar.
Aníbal Nazoa nació en el año 1928 y falleció en 2001. Estuvo gran parte de su vida como poeta, periodista y humorista enfrentado al poder. En palabras de Luis Britto García, ícono en estos días del intelectual del régimen, aseveró sobre Nazoa que  “concilió erudición con gracia, ternura con acidez, compromiso con libertad de conciencia, densidad con levedad, altura con profundidad”.
Tempranamente, con apenas 18 años de edad, Nazoa no se enfundó en un uniforme militar ni tomó la carrera de las armas, al contrario saliendo de la adolescencia participa activamente de la fundación y puesta en marcha de “El morrocoy azul”, el célebre semanario humorístico venezolano. Aníbal formó parte del cuerpo de redacción del semanario literario-satírico Fantoches. También participó en los semanarios humorísticos El tocador de señoras, Dominguito, El fóforo (sic), La sápara panda, La pava macha y El infarto. Además colaboró en las revistas El gallo pelón, Cascabel, Elite, Momento y Semana.
Entre 1955 y 1991 fue columnista del diario El nacional, en el que mantuvo sus columnas Aquí hace calor, con sus incisivos artículos de opinión sobre la cotidianidad criolla, y Puerta de Caracas, donde inmortalizó sus crónicas sobre la capital venezolana. Fue también columnista del diario El Globo.
Como lo retrata cabalmente la pequeña biografía que sobre Nazoa publica Wikipedia, ese humor mordaz, que desnudaba a políticos y funcionarios públicos, le valió muchas querellas a Aníbal. Cuentan que un juez expidió orden de detención contra Aníbal porque éste denunció que «en una sentencia [el juez] violaba salomónicamente tanto las leyes de la República como las del castellano…»
Entre tantas noticias, verdades y mentiras que circulan en estos días – algunas promovidas por la máquina de mentir del gobierno-, le comento a algunos amigos y colegas sobre este premio Aníbal Nazoa otorgado al general Rodríguez Torres y me dicen: ¿estás seguro que no es una joda? No, no lo es. En efecto, el ministro-represor de las protestas, en el año en que con mayor crudeza se ha reprimido en Venezuela en décadas, le se confiere un premio como comunicador. Además otra cruel paradoja es que el galardón lleva el nombre de Nazoa, cuya trinchera fueron siempre las letras y el periodismo. Rodríguez Torres, quien siempre juega con su imagen pública (se intercambia su vestimenta entre el uniforme militar y el saco con corbata), recibió este premio insólito (para su trayectoria) vestido de militar, como para recordar su corresponsabilidad en las violaciones a los derechos humanos de los últimos meses. Así está el país en estos tiempos.

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