Twitter y los políticos, una historia aburrida… o fabulosa

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Indispensable, a menudo insulso, y a veces explosivo: el uso que hacen de Twitter los políticos de todo el mundo se ha vuelto prácticamente sistemático, pero sólo unos pocos de ellos han logrado transformar sus cuentas en herramientas de poder.

Con más de 36 millones de seguidores, el presidente estadounidense Barack Obama encabeza el ránking y es además el autor del mensaje más retuiteado de la historia: «Cuatro años más», que envió la noche de su reelección en 2012 con una foto en la que abraza a su esposa, Michelle.

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Es a través de Twitter que el jefe de gobierno de Canadá, Stephen Harper, anunció un cambio de gabinete importante en julio pasado, o que David Cameron afirmó «entender» la decisión de Obama de pedir el aval del Congreso antes de llevar a cabo un ataque militar en Siria.

Más recientemente, el nuevo ministro de Asuntos Exteriores iraní Mohamad Javad Zarif desató una catarata de análisis sobre el cambio de actitud en Teherán con un mensaje fuera de protocolo en respuesta a la hija de la expresidenta de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi: «Irán nunca negó (el Holocausto). El hombre del que se decía que lo negaba (Ahmadinejad) ya se ha ido. Feliz año».

Pero para la mayoría de los políticos, el idioma de Twitter sigue siendo un misterio. Muchos utilizan la plataforma como un canal más de comunicación y de difusión de comunicados de prensa.

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El ejemplo estadounidense

En Washington, la Casa Blanca se sale a menudo del lenguaje oficial. El 13 de agosto, @WhiteHouse publicó una foto del primer perro de los Obama, Bo, sobre la alfombra de la Oficina oval, que tuvo un éxito inmediato.

Más seriamente, los consejeros del presidente (@rhodes44, @pfeiffer44) respondían el martes directamente a los periodistas que criticaban el discurso de Obama sobre Siria.

Del lado de los representantes, algunos «administran personalmente sus cuentas en Twitter y crean un lazo más auténtico con sus votantes que quienes se amparan detrás de jóvenes encargados de prensa», dijo a la AFP Rick Wilson (@TheRickWilson), un consultor republicano.

«No hay nada peor que publicar comunicados de prensa», suspira Marcus Messner, profesor en la Universidad Virginia Commonwealth.

Pero por otro lado, una actitud más distendida puede rápidamente tener consecuencias desgraciadas.

Además de las incontables torpezas (la foto obscena que luego hizo que dimitiera el demócrata Anthony Weiner en 2011) y los tuits borrados a toda prisa (que almacena el sitio http://politwoops.sunlightfoundation.com/), los políticos que tuitean ellos mismos a veces cometen errores importantes o revelan demasiado de sí mismos.

«Ahmadinejad quiere ser el primer iraní en el espacio: pero ¿acaso no se encontraba ya allí la semana pasada?», escribió el senador John Mc Cain (@SenJohnMcCain) al hacer referencia a un artículo sobre un mono que viajó al espacio.

Verborragia latinoamericana

En Latinoamérica, pocos son los líderes políticos -como el presidente de Bolivia, Evo Morales o la exmandataria chilena, Michelle Bachelet-, que no poseen una cuenta oficial en Twitter.

La presidenta argentina, Cristina Kirchner, quien según el diario La Nación creó su perfil en septiembre de 2010, escribió desde entonces nada menos que 4.875 mensajes, un promedio de entre cuatro y cinco tuits diarios, que reciben hoy más de 2,3 millones de usuarios.

Kirchner acostumbra dirimir sus diferencias con la oposición, o la prensa, a través de la red social o comentar en vivo eventos oficiales como cumbres de presidentes y reuniones, como lo hizo luego de su encuentro con el papa Francisco el 21 de marzo pasado.

«Territorio inglés a más de 12mil km de distancia? La pregunta no aguanta ni jardín de infantes de 3 años», lanzó en la plataforma poco después de conversar también en marzo con el secretario de la ONU, Ban Ki-moon, sobre la soberanía de las islas Malvinas, en disputa con el Reino Unido.

El fallecido Hugo Chávez (@chavezcandanga), uno de los pioneros en esa red y cuya cuenta sigue existiendo, acumuló unos 4,2 millones de seguidores entre abril de 2010, cuando creó su perfil, y marzo del 2013, cuando falleció, dejando el 18 de febrero su último de los 1.823 mensajes que escribió: «Sigo aferrado a Cristo y confiado en mis médicos y enfermeras. Hasta la victoria siempre!! Viviremos y venceremos!!!».

Chávez era un ferviente usuario de la red social, en la que se expresaba a menudo y despotricaba contra sus rivales políticos, como Henrique Capriles, que este viernes era la figura política venezolana más popular en Twitter, con casi 3,6 millones de seguidores.

El sucesor de Chávez, Nicolás Maduro, que no logró concitar tanto interés en la red como su mentor, apenas superaba a la fecha 1,34 millones de seguidores, doscientos mil más que un día después de su elección en abril, por delante del mandatario chileno, Sebastián Piñera, con 1,1 millones.

El presidente ecuatoriano, Rafael Correa, seguido por más de 1,2 millones de tuiteros, también acostumbra recurrir a la red para dirigirse a sus partidarios o debatir con la oposición.

Pero en Ecuador la verborragia tiene sus reglas y @MashiRafael, como se apodó Correa, asustó a los amantes de las redes sociales cuando anunció recientemente que su gobierno pretende castigar con prisión la injuria a través de redes sociales como Twitter y Facebook.

 

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