La repatriación de cuerpos de personas fallecidas en el extranjero, como el caso de algunas de las víctimas del accidente de tren en Santiago de Compostela, es un proceso complejo y caro que puede convertirse en un quebradero de cabeza para las familias en duelo, sobre todo las más pobres.
«La primera dificultad es arreglar la documentación y resolver rápidamente el tema económico», explica este viernes Joaquín Pinilla, delegado de Fundación Avata de Ayuda al Accidentado, una organización española sin ánimo de lucro que suple con dinero privado lo que considera lagunas de la administración pública.
En Santiago de Compostela hay varios extranjeros entre las 78 víctimas identificadas hasta ahora, entre ellas una mexicana, una venezolana y un brasileño.
«La familia necesita el dinero encima de la mesa pocas horas después del accidente para repatriar el cuerpo. La administración lo debería poner de inmediato para que los cadáveres, déjeme ser claro, no tengan que pasar mucho tiempo en una nevera», explica Pinilla que conoce a fondo situaciones de catástrofe como las de Santiago.
A veces las víctimas tienen un seguro para cubrir la repatriación o el apoyo de sus países respectivos, pero en muchos casos, como en los accidentes de tráfico, los familiares no tienen dinero para los gastos de conservación y traslado de los cuerpos.
«Estamos hablando de cantidades que pueden rondar los 10.000 y llegan hasta los 20.000 euros, todo depende del lugar y de los días que quede el cuerpo en un tanatorio», dice Pinilla, que desde el jueves actúa como voluntario para ayudar a las víctimas del descarrilamiento.
Él mismo fue víctima de un accidente que le dejó inválido de una pierna y recuerda como tardó dos años en conocer sus derechos, como el de cobrar una indemnización.
Pero las consecuencias pueden ser mucho más dramáticas.
«Puedo darle datos de cientos de casos de cuerpos sin reclamar en España que llevan años en neveras o que ya se les ha incinerado y puesto en fosas comunes porque no los ha reclamado o porque las familias no tienen dinero para repatriar. Pasa cada día», lamenta.
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