Sociedad larense conmovida al despedir a dos grandes hombres

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“Dos almas a bordo van saliendo”. Era una de las frases preferidas del capitán Salomón Arráez. El destino hizo cierta su expresión y ahora descansa en la eternidad junto a su amigo, empresario y también piloto Armando Javier.

Como se recordará, la aeronave en la cual viajaban apareció destrozada a escasos kilómetros del Aeropuerto Internacional Jacinto Lara y sus cuerpos sin vida.

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Ayer, en el velorio de los restos de los dos pilotos, se vivió un ambiente de tristeza. Palabras de aliento se decían unos a otros y todos coincidieron en dos calificativos: amigos y ejemplos.

“Dios quiso que murieran juntos”, expresó Armando Arráez, uno de los hijos de Salomón Arráez, “Nadie tenía más experiencia como piloto que mi papá y ambos mucho camino recorrido”.

Al parecer, explicó, una falla mecánica causó la tragedia, pues al parecer, el motor se les apagó, sin embargo, la fiscal novena, Nohelia Hernández, bajo las directrices de la Fiscalía Superior en Lara del Ministerio Público, a cargo de William Guerrero, junto al fiscal primero Nacional de Aeronaútica, José Gregorio Morales, iniciaron las averiguaciones del caso.

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“Cada 100 horas de vuelo hay que hacerle un mantenimiento completo, eso es ley, y hacía dos meses se le realizó y se actualizó el avión. Sólo lo volaban ellos dos”, certificó.

Su hijo cuenta que volar junto a él era perfecto porque le enseñaba. “Dedicó parte de su vida al aprendizaje; fue un gran instructor de la aeronaútica civil. A los alumnos les decía cómo hacer trucos y maniobras en caso de emergencia”.

Por su parte, Raúl Ramos, nieto de Arráez, comenta que “nos llena de calma y regocijo, pues los encontramos. Le agradezco a Dios y a la Divina Pastora que tanto le pedí. Haberlos perdido es duro pero saber que tanta gente los quiere, satisface”, destacó.

Durante los cuatro días de búsqueda, aseguran haber vivido una agonía, “por eso le agradecemos a todos los que participaron desde el Comando Aéreo de la Guardia Nacional Bolivariana, hasta los Bomberos Aeronaúticos, Protección Civil y los voluntarios, quienes sin conocer a muchos, actuaron sin interés alguno”.

Narraron que no sufrieron al morir, pues al momento del impacto murieron de manera instantánea.

El hallazgo

“Desde el aire era muy difícil ver dónde estaban. Todo el tiempo sobrevolamos la zona, pero fue un motorizado quien dio la pista. Él se acercó y dio el sitio el miércoles 14 pero ya era muy tarde y regresó. Cuando llegó al centro de operaciones (en el destacamento aéreo N°4 de la GNB) como a las 9:30 p.m., dijo haber visualizado algunos restos que pudieran asociarse a la aeronave. Al día siguiente, a las 5:30 a.m., se inició nuevamente la búsqueda y caminaron seis horas hasta llegar al lugar del siniestro”, narró el nieto de Arráez.

A las 11:30 a.m. ya sabían la noticia. “El helicóptero bajó a dos tripulantes en el primer intento pero no pudieron; luego lo hicieron a 100 metros a la izquierda por el cambio de plan”.

Cenizas en su tierra

Al salir de la funeraria Metropolitana, los homenajes no cesaron. Ya en el cementerio, dos aeronaves surcaron el cielo en su honor como último adiós.

Los restos de Armando Javier recibieron sepultura. Salomón Arráez había expresado su voluntad, cuando muriera, de ser cremado. Sus familiares cumplieron el deseo. Sus cenizas dormirán entre la pista de vuelo y el pueblo de Aguada Grande, su tierra natal.

Devoción por la Virgen del Carmen

No cabe duda que Salomón Arráez era un fiel devoto de la Virgen del Carmen, tanto así que le había hecho una gruta en el Aeroclub. Su primo Rodolfo Sánchez resaltó el amor del profesional por la Virgen. “Formó a más de 1.200 pilotos”.

El capitán Francisco Morales recordó sus ocurrencias.

Personalidades del ámbito público, político, militar y sociedad en general, incluyendo a cientos de pilotos y algunas aeromozas, se hicieron presentes en la capilla de la Funeraria Metropolitana para darle el último adiós a dos grandes larenses que perdió la región.

“Salomón Arráez fue el profesor de mi hijo que es piloto”, expresó Yuyita de Chiossone. “Nos unió una gran amistad al igual que con Armando, un amigo consecuente, colaborador. Es una gran pérdida para el estado”.

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