Sin tregua – ¡Fuera… fuera…!

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Quizás por eso el “comandante-eterno” nunca más volvió a un estadio de béisbol pese a su conocida afición por ese deporte. Maduro corrió el riesgo – quien sabe si asesorado por Diosdado – y a pesar de todas las previsiones que el “madurismo” tomó, terminó con un estruendoso abucheo y gritos de “fuera… fuera…”. El testimonio de periodistas visitantes de Dominicana y México fue más que elocuente. Se había dicho que el gobierno había ordenado comprar toda la boletería de ese primer encuentro inaugural de la Serie del Caribe pero no era cierto, entre otras cosas porque muchas entradas estaban pre vendidas desde semanas antes. Quizás por eso no vino Raúl Castro como se había comentado. El gobierno colocó gente para dirigir el sonido interno. Y, ¡la gran medida! Grabaron un audio de aplausos que sonaba a todo volumen en el sistema de sonido interno, mientras presentaban a Maduro y éste hacia el primer lanzamiento. En la TV venezolana lograron parcialmente el efecto. Los aplausos grabados atenuaron la pita y los gritos de repudio, aunque era una grabación improvisada con unos silbidos que se repetían cada 10 segundos. Se notó la trampa. Pero hay docenas de videos aficionados rodando e incluso – “cosa más grande” – en la TV cubana, en directo para la isla, comentan que se colocó la verdad, cosa que jamás ocurre allá donde todo transcurre dentro del guión oficial.
Por eso la “revolución” sólo hace actos cerrados, en sitios con acceso férreamente controlados. Donde solo se escuchen aplausos. Jamás abiertos a todo el pueblo porque entonces esa porción de venezolanos que resiste y claman por cambios progresistas y democráticos tendría que escucharse junto con los partidarios del gobierno. La camarilla gobernante, de clara vocación autoritaria, no admiten sino a los que aplauden. Niega la existencia de la otra Venezuela… O los cubren de insultos y agravios. Incluso censuran y aíslan a los llamados “chavistas críticos”. Lección que debemos aprender todos: Así como es necesario un cambio democrático para el funcionamiento político y de los derechos ciudadanos, sociales, laborales, educativos y así como también es indispensable una economía para el desarrollo, la soberanía, y el progreso con justicia social sin la ruina asfixiante del estatismo. Así también será indispensable la tolerancia. No puede, el país deseoso de cambio, “comprar” lo peor del comportamiento de esta clase dominante totalitaria para repetirla. Una cosa es el legitimo debate político y la entusiasta defensa de las ideas y posturas propias – uno no espera que nadie sea como “hermanitas de la caridad” porque la política no es así – y otra muy distinta la intolerancia extremista. La negación del otro – o los otros- y el insulto como método.

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