Sin tregua – ¿2015?

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Macario González

Que la paz y el pan sean para todos el 2015.
En una sociedad sana es un deseo modesto al que se puede aspirar sin ser muy exigente. Ambos –la paz y el pan– nos son tan cotidianos que no nos percatamos de su importancia porque siempre están a la mano. Son dos potentes palabras de una sola sílaba cuya diferencia es la letra final.
Nunca había tenido necesidad de buscar sus significados y me encuentro con que la palabra pan ocupa casi media página en el “mataburro” de la Real Academia de la Lengua Española, con múltiples acepciones. Como por ejemplo, aquello de “negar el pan y la sal”, que podemos traducir en no reconocer los méritos del otro o los derechos fundamentales en una sociedad.

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La palabra paz ocupa también un espacio sorprendente en el DRAE. Nos quedamos con las dos primeras acepciones, que se refiere a la: “Situación y relación mutua de quienes no están en guerra, y pública tranquilidad y quietud de los Estados, en contraposición a la guerra o a la turbulencia”.

Desear esto hoy en Venezuela nos coloca en un trance más o menos difícil, pues podemos aspirar con vehemencia que ocurra algo bueno por lo que lo vemos factible, o anhelamos más lo que se ve lejano o hasta irrealizable. En esas estamos en estos tiempos de contingencias e incertidumbres. Sin embargo, desear paz y pan para todos en este 2015, es pedir lo esencial para vivir.

Y lo pedimos porque en Venezuela no tenemos ni la una ni la otra. La paz no existe porque un régimen militarista y escorado hacia el castro comunismo solo sabe navegar en las turbulentas aguas del conflicto, de la guerra. Desde el púlpito cupular se ha decretado, unilateralmente, conflagraciones de todo tipo. Algunas conocidas, pero algunas han sido inventadas por los demonios “conspiranoicos” que acechan el insomnio de los – “por ahora” – mandaderos de los Castro.

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Muchas veces escuchamos al difunto hablar de guerra civil. La invocó de mil maneras. Compró más armas que alimentos. Creó y armó a los colectivos para que lo defendieran de los “enemigos internos” y externos, que el G2 cubano perseguía por cielo, mar y tierra. Hizo miliciano a cuanto mal viviente estuviese dispuesto a postrarse ante sus caprichos. Convirtió en depósito de odio y resentimiento a su feligresía, a quien prefería rodilla en tierra. Los militares institucionales fueron perseguidos, hostigados, apresados, humillados y controlados, hasta convertir a la FANB en un ente represivo con el pueblo y sumiso con el poder, por sueldo que le tapan la boca, le anulan la voluntad y los transforman en cómplices de todo tipo de arbitrariedad. Así, pues, no hay paz, y por eso la deseamos para el 2015.

La “guerra económica” es la mampara con la que quieren tapar la ineptitud y corrupción de los “bates quebraos” que mandan en esta colonia castrista. En 15 años acabaron con el aparato productivo nacional y se dedicaron a importar los bienes y alimentos que antes se producían en este territorio y que ahora se pudren en los puertos. Destruyeron la empresa petrolera y hoy también importan petróleo, gasolina y otros derivados. Las empresas básicas fueron quebradas y saqueadas. Quedaron para pagarles a los “patriotas cooperantes” que sapean y persiguen a sus trabajadores. Luego, así no hay ni abra pan. Por eso lo deseamos para todos en 2015.

Y valga recordar, en esta fecha de Navidad y Año Nuevo, que se usa la expresión “paz y pan” para significar que estos dos elementos son la causa y fundamento dl sosiego de una nación, y en Venezuela, lamentablemente, campea a sus anchas la violencia y la inseguridad, mientras los alimentos escasean y los precios están por las nubes. ¿2015?

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