Nada es más dañino para la democracia que la impunidad política. Que nada de lo hecho tenga consecuencias y se pueda uno desmentir mil veces, siempre que se diga lo que el público quiere oír. Si se le quiere hablar al chavismo, se reconoce la vocación social del difunto; si se trata de amarrar el voto opositor, se denuncia que la revolución ha empobrecido a los venezolanos y robado a los pobres. Todo vale, dependiendo de quién escuche o, mejor, lo que convenga a quien habla. Algunos elegantes asesores lo llaman “triangulación política”, y otros eufemistas le dicen “tolerancia” o “diálogo”. Bajo esta lógica, a la élite política se le admite que el 7 de octubre haya hablado de “fiesta electoral”, que el 14 de abril cantara fraude y que hoy llame a “ganar espacios” el 8D. Llevamos tres posiciones distintas en menos de un año. No hay rumbo.
Perdonen la impertinencia, sólo quiero saber si el chavismo nos robó, si hay condiciones electorales para acudir a las urnas o no. Es que no se puede llamar a la resistencia y a la convivencia al mismo tiempo. No es serio. Si en Venezuela se robaron las elecciones hay que admitir que lo que vive el país es una dictadura, no una neo-autocracia o una “dictablanda”, dictadura. Capriles dijo que no se dejaría robar, que me diga ahora, apenas dos meses después, que la cosa es ganar las alcaldías para llegar con fuerza al revocatorio es un insulto a mi inteligencia ¿No será que el mismo CNE que lo robó en 2013 lo robará en 2016?
El CNE que se robó la presidencia en abril se robará la alcaldía que le de la gana en diciembre. Como decimos los abogados, el que puede los más puede lo menos. Con estas condiciones electorales no podemos seguir jugando a la “fiesta democrática”, es inmoral, peligroso y dañino. Y sí, sí hay otra alternativa. La salida está en la resistencia no violenta, como técnica política. Es eso o el modo tradicional, pero en este último los mirones somos de palo porque los militares se pagarán y se darán el vuelto.
@yongoicoechea
