Serie Reinsertados en la sociedad: “¿Cómo le iba a dar el ejemplo a mi hija siendo delincuente?”

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Anhela ser comunicador social para ayudar a los jóvenes que están en situación de riesgo y no le gustaría ver a otros transitar el camino del mundo delictivo tal como él lo hizo años atrás.

Hoy día, Franklin Suárez o Coquito, como le conocen en el área de prensa de la Gobernación de Lara, es uno de los camarógrafos de Henri Falcón, no deja de agradecerle por la oportunidad de trabajo, tampoco olvida a Carlos Falcón y a Mariely Sánchez, quienes como directivos de El Manzano y Saina, respectivamente, lo impulsaron a cambiar y darle un giro de 360 grados a su vida.

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“Nací en una familia disfuncional donde mis padres no estaban. Fui creciendo con rencor y odio hacia ellos. A los 12 años me la pasaba en un pool en Barrio Unión, y la vecina de mi casa que era muy rumbera, me llevaba con su novio que era malandro y ahí veía las drogas, las pistolas… siempre llegaba la Guardia y me escondían para que no me encontraran porque no se permitían la entrada a menores y fui creciendo con esa perspectiva”.

En una oportunidad un delincuente conocido por donde él residía, le dijo que lo acompañara a comprar un Bon Ice, pensó que se trataba de un helado pero no fue así, sino que esa era la manera como le llamaban a la marihuana. A pesar de la confusión lo compró, posteriormente su amigo le explicó de lo que se trataba y los nombres claves para adquirirla.

“A los 12 años estando en una fiesta en El Caravalí consumí cigarros por primera vez y a beber -ya la rebeldía estaba en mi casa- pensaba que cómo respetaba mi hogar si mis padres nunca me presentaron los valores como debían ser. ¿Cómo un padre te puede hablar de respeto si eso no te lo han enseñado?”, se pregunta.

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En dicha fiesta se encontraba también su hermano mayor que estaba sumergido en el mismo mundo. El joven de 12 años le manifestó que quería consumir drogas, le preguntó si anteriormente lo había hecho y su respuesta fue afirmativa, pero “era mentira sólo que no me quería quedar atrás. Se dieron cuenta que me estaba estrenando y así comencé, pero no fui adicto”.

A pesar de la unión con su hermano, al tiempo se separó de él y andaba sólo, pero conoció a otras personas en El Cují con los que empezó a robar, “yo caí el 24 de octubre de 2011, día del cumpleaños de mi mamá. Ese fin robé viernes, sábado y domingo, pero ya había gastado el dinero, el lunes no tenía nada; sin embargo, tenía que comprarle el regalo. Ese lunes nos robamos tres carros, cuando ya íbamos con el último la policía nos persiguió, logramos escapar y cuando nos detuvimos pasaron dos motorizados, los paramos y le pedimos la cola a la bomba porque supuestamente se nos acabó la gasolina, en el camino uno de mis compañeros dijo que quería orinar y en ese momento anuncié que se trataba de un atraco y nos llevamos las dos ruedas”.

Cuando transitaban por la vía de Cordero, al norte de Barquisimeto, una alcabala los intentó detener pero siguieron, Franklin Suárez se lanzó y corrió, se escondió entre los matorrales y cuando pensó que todo había pasado salió, sin embargo, lo esperaban los funcionarios y se lo llevaron.

La estadía dentro del retén El Manzano

“La primera vez que mi mamá me vio ahí empezó a llorar porque no se imaginó que iba a caer, ella sabía que andaba en ese mundo delictivo porque siempre me lo decía que me saliera pues me iba a tocar todo eso, pero nunca le puse cuidado”, recuerda Franklin Suárez.

“Un día la traté mal en El Manzano y se tuvo que ir. Yo no quería nada con ella, la veía porque me llevaba la comida y ella hablaba con el Pastor”.

Hasta que reflexionando en un momento pensó: “¿cómo le iba a dar el ejemplo a mi hija siendo un delincuente? Decidí cambiar también por mí y por mi madre… hasta que hablé con el Pastor quien nunca me daba el cambio porque pensaba que yo no hablaba en serio”.

Al estar en un taller de electricidad me escapé y me autointerné en el sector B, me acosté a dormir y en la mañana siguiente llegó Carlos Falcón, me quería sacar pero hablamos hasta que me dejó con la condición que me portara bien.

Después el comportamiento lo hizo colaborar para la inauguración de la letra A, donde el régimen era el mismo y ayudaba a los demás, tanto así que sirvió de ejemplo para que su hermano saliera de la delincuencia.

Allí también aprendió a perdonar y se reconcilió con sus progenitores.

 

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