Se cumplen 25 años del día en que Chile le dijo No a Pinochet

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SI o NO. Los chilenos fueron convocados hace 25 años a decidir el fin o la prolongación por ocho años más del régimen de Augusto Pinochet, en un inédito plebiscito que marcó el inicio del final de su cruenta dictadura.

Veinticinco años después del plebiscito del 5 de octubre de 1988 y consolidada la democracia, los chilenos volverán a las urnas para decidir el próximo 17 de noviembre entre acabar con los últimos vestigios de su dictadura, con la candidatura presidencial de la exmandataria socialista Michelle Bachelet, o la mantenencia del modelo, con la derechista Evelyn Matthei.

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Bachelet, amplia favorita, prometió una reforma tributaria, gratuidad en la educación y cambiar la Constitución que en 1980 dictó Pinochet.

Matthei, en cambio, afirmó que es «irracional» destruir un sistema que ha hecho destacar a Chile a nivel latinoamericano.

«Estamos hoy ante el desencadenamiento de un nuevo plebiscito sobre si el país quiere continuar con el modelo económico, social y político impuesto por la dictadura, que se expresaba en la opción SI en 1988, o quiere cambiarlo», explicó a la AFP el sociólogo de la Universidad de Chile Manuel Antonio Garretón.

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En la Constitución de 1980 Pinochet estableció un cronograma que sometía a plebiscito la continuidad de su régimen hasta 1997. En caso de perder, debía llamar a elecciones un año después.

Las primeras protestas a partir de 1983 daban luces de una creciente oposición a Pinochet, junto al incremento de los cuestionamientos internacionales a una dictadura que acumulaba miles de denuncias de violaciones a los derechos humanos.

Tras fallar otras vías para acabar con el régimen, que incluían la negociación política, la movilización social e incluso un atentado en contra Pinochet, los partidos de izquierda por años proscritos se unieron para derrotar a la dictadura a través de las urnas, usando la misma vía que había sido creada para prolongar el régimen.

Fue una lucha de David contra Goliat. El primer objetivo fue derrotar el miedo y lograr que después de años sin elecciones y represión, los chilenos se inscribieran en los registros electorales, destruidos por la dictadura y que pasaban a ser voluntarios.

«La etapa más complicada fue que tuvimos que convencer a los chilenos a que se inscribieran en los registros», relata a la AFP Patricio Solari, miembro del comité ejecutivo de la campaña del NO.

«Había miedo, desconfianza y una absoluta ausencia de fe en la posibilidad de que el régimen reconociera una derrota», agregó.

 

Una exitosa campaña publicitaria

Un mes antes se inició una también inédita franja electoral por televisión.

En horario estelar, la oposición, agrupada en la Concertación de Partidos por la Democracia, tuvo por primera vez la posibilidad de expresarse en televisión.

Pero en vez de la confrontación y la denuncia, se optó por una campaña alegre, creativa y optimista, para contrarrestar el miedo que aún se mantenía.

«Si hacíamos una campaña tradicional de denuncia reforzaríamos el miedo y el sentimiento de impotencia frente a Pinochet», recordó el sociólogo Eugenio Tironi, director de contenidos de la Campaña del NO.

Bajo el eslogan «Chile, la alegría ya viene», pequeñas imágenes publicitarias, mucho humor y la presencia de figuras vetadas por el régimen, se transmitió a los chilenos que era posible derrotar a la dictadura.

«La franja fue importante porque fue muy ingeniosa, creativa y diferente», relató Solari.

«La campaña le dio seguridad a la gente que aún tenía temor para confirmar emocionalmente una opción que ya se tenía tomada», dice por su parte Garretón, autor del libro «El plebiscito de 1988 y la transición a la democracia».

Torturados y familiares de los miles de desaparecidos aparecieron también por primera vez en televisión, pero sin un ánimo de revancha. «Sin odio, sin violencia. No +. Vote NO», se planteaba en la campaña.

De su lado, la franja del SI partió enfatizando los logros económicos del gobierno de Pinochet pero luego pasó al ataque y a la descalificación directa de los opositores, sin la factura técnica de sus contrincantes.

Un día muy largo

En medio de una gran expectación llegó finalmente la elección, el 5 de octubre de 1988, una jornada extensa por la resistencia de la dictadura a reconocer un resultado adverso.

Pero el alto grado de movilización y un complejo sistema de conteo paralelo le daba seguridad a la oposición.
«Llegamos al 5 de octubre con un grado de movilización ciudadana súper potente, y por tanto, teníamos una gran capacidad de control ciudadano», relata Solari.

A pocas horas de abrirse las urnas gran parte del país estaba sin electricidad. Sin embargo, la gente desbordó desde temprano los locales de votación.

Los primeros cómputos daban como amplío ganador a la opción SI, pero con una cantidad muy pequeña de votos. En los medios opositores, en cambio, se informaba de un extendido triunfo del NO.

Pinochet demoraba la entrega oficial de los resultados. Ya de madrugada, cuando la tensión era máxima, el jefe de la aviación Fernando Matthei reconoció el triunfo del NO, que se impuso por un 56%, frente a un 44% de la opción SI.

Estalló la alegría. La gente reprimida por años salió a celebrar a las calles, con champaña y transformando en pasado el grito que por años se escuchó en las poblaciones: «Y ya cayó…y ya cayó…»

Un año después se realizaron elecciones democráticas y el 11 de marzo de 1990, tras 17 años, finalizó la dictadura de Pinochet.

 

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