La sabiduría infinita de nuestro DIOS. Su omnisapiencia dejada escrita en las Sagradas Escrituras y el hecho de habernos creado con el acto perfecto de darnos el libre albedrío, por supuesto lo capacitan para saber que el pecado nos iba a apartar de Él, hasta llegar a desconocerlo. Si conseguimos hijos engendrados en honorables familias, a los cuales se les dio todo. Hijos que reciben de sus padres un amor tangible, práctico, visible. Que todo lo que necesitan en lo moral, material y espiritual lo tienen; y son capaces de apartarse y negar esos padres llenos de bondad y amor. Hasta llegar incluso, a abandonarlos, rechazarlos y odiarlos. Cómo no encontrar hombres y mujeres que sean capaces de decir: ¡No hay Dios! El Creador sabía que eso sucedería. “No hay Dios: dice el necio en su corazón” Salmo 14:1.
Si el mismo Adán, salido de la mano de Dios. Creado a su imagen y semejanza, colocado en el Paraíso por el Todopoderoso para el disfrute eterno, fue capaz de apartarse de Él. Eso nos muestra por un lado, el ininteligible amor de Dios y por otro, lo terrible, lo horroroso y lo misterioso del pecado. Adán, como cada uno de nosotros, fue creado con plena capacidad y facultad para obedecer o no. Para elegir lo correcto o no. No fue creado como autómata que pudiera obedecer por la orden de su Creador. Y es allí donde radica la perfección divina, en la verdadera libertada otorgada por Dios al ser humano.
Lo único que no hará Dios en nosotros, es tomar las decisiones que nos corresponden. “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y todo tu entendimiento; y a tu prójimo como a ti mismo», solo depende de Ud. y de mi. Y ese es el gran problema. No queremos.
Se cuenta la historia de un barbero, quien se consideraba ateo, estando afeitando un hombre cristiano, de estudio y obediencia a la Biblia, comentó. “Si Dios existe, ¿por qué hay tanta angustia, tribulación, muerte, maldad, egoísmo en medio de la humanidad? El cristiano por prudencia y para no entrar en una polémica se quedó callado. Sin embargo, al salir de la barbería encontró en la acera de enfrente un pordiosero todo barbudo y greñudo. Sucio, peludo y feo. Se devolvió a la barbería y le dice al barbero “… pues los barberos tampoco existen. Él le contestó pues sí existen, yo soy barbero”. Entonces, le dice el cristiano ¿Por qué está ese señor allí todo peludo y barbudo? El barbero le contestó: “Por cuanto no viene para acá. Si viniera, yo le afeitaría de inmediato”. Pues eso es lo mismo que sucede con Dios. Si el ser humano no va a Él. Si no le busca diariamente en estudio y oración. Si no le escucha, si su vida personal se le va en trabajo y más trabajo. Y su vida espiritual o religiosa se fundamenta en costumbres, tradiciones y prácticas no bíblicas, será difícil que le encuentre y traiga la verdadera paz a este mundo. ¡Hasta el próximo martes Dios mediante!
